{"title":"La política de paz como política criminal: Críticas a las “violencias” en el pensamiento criminológico crítico","authors":"M. Martínez","doi":"10.59514/2954-7261.2871","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"La disciplina llamada Criminología nació creyendo que los delitos son hechos de la naturaleza y que podían ser estudiados como otros de los que se ocupaba la física, la medicina, etc.: por eso su origen fue positivista, vinculada al método de las ciencias naturales y se concibió como fenómeno atávico, defectuoso en su evolución. Se reconoció en los delitos una unidad ontológica de la que carecen, pues los homicidios, el consumo y comercio de ciertas sustancias ilícitas, los fraudes electorales, solo tienen en común el hecho de que son reunidos por un poder de definición que no pertenece a las ciencias, sino a la política y al derecho. Los errores científicos eran tan evidentes que luego se ocuparon de ellos las ciencias sociales: fue con la sociología norteamericana que ocurrió lo que en las ciencias se llama “cambio de paradigma” en aquella disciplina por los años 40, para dejar de estudiar a los “delincuentes” y dedicarse a estudiar aquel poder de definición hasta los años 70, cuando se desarrollan los estudios propiamente críticos de la “cuestión criminal”. El objetivo de este artículo es explicar cómo desde esta última perspectiva es posible adelantar un proceso de paz entre los definidos como “delincuentes” por ser insurgentes, y los que tienen dicho poder de definición y que se presentan ante la sociedad como parte de los buenos por representar al Estado.","PeriodicalId":402456,"journal":{"name":"Revista Calarma","volume":"27 1","pages":"0"},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2022-09-06","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"Revista Calarma","FirstCategoryId":"1085","ListUrlMain":"https://doi.org/10.59514/2954-7261.2871","RegionNum":0,"RegionCategory":null,"ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"","JCRName":"","Score":null,"Total":0}
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Abstract
La disciplina llamada Criminología nació creyendo que los delitos son hechos de la naturaleza y que podían ser estudiados como otros de los que se ocupaba la física, la medicina, etc.: por eso su origen fue positivista, vinculada al método de las ciencias naturales y se concibió como fenómeno atávico, defectuoso en su evolución. Se reconoció en los delitos una unidad ontológica de la que carecen, pues los homicidios, el consumo y comercio de ciertas sustancias ilícitas, los fraudes electorales, solo tienen en común el hecho de que son reunidos por un poder de definición que no pertenece a las ciencias, sino a la política y al derecho. Los errores científicos eran tan evidentes que luego se ocuparon de ellos las ciencias sociales: fue con la sociología norteamericana que ocurrió lo que en las ciencias se llama “cambio de paradigma” en aquella disciplina por los años 40, para dejar de estudiar a los “delincuentes” y dedicarse a estudiar aquel poder de definición hasta los años 70, cuando se desarrollan los estudios propiamente críticos de la “cuestión criminal”. El objetivo de este artículo es explicar cómo desde esta última perspectiva es posible adelantar un proceso de paz entre los definidos como “delincuentes” por ser insurgentes, y los que tienen dicho poder de definición y que se presentan ante la sociedad como parte de los buenos por representar al Estado.