“Nadie muere en las vísperas”

El presente trabajo, entramado en medio a la pandemia del COVID 19, es parte de algunos caminos que me fueron posibles fuera del encierro impuesto desde las restricciones de movilidad impuestas por el virus. La alta letalidad del virus invisible y su reflejo sobre las poblaciones invisibilizadas, han potencializado los históricos impactos del racismo pandémico, institucionalizado en el ámbito del estado ecuatoriano que, durante varios siglos, estuvo ausente en muchos rincones (y quizás sigue), particularmente en el Valle del Chota, ubicado en el territorio ancestral afroecuatoriano de las provincias de Imbabura y Carchi. Por medio de una breve investigación etnográfica, he reunido algunas de las experiencias que, junto con sus saberes filosóficos, cosmogónicos y conocimientos tejidos en las comunidades afroecuatorianas, han sostenido la vida, frente a una continua e histórica desatención. Desarrollo a partir de testimonios pedagogías de la existencia, basadas en prácticas y valores comunitarios que se encuentran alojadas en la memoria y que han sido con las que han enfrentado una no ética de muerte o necropolítica. La relación con la muerte, ha ganado otros tintes en medio a las comunidades, hacia donde han regresado los ‘hijos pródigos’, en un flujo inverso, desde las ciudades hacia las zonas rurales, respondiendo a una necesidad de rehumanización y volver-a-ser en tiempos pandémicos.