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Abstract
La hepatopatía colestática causa un riesgo serio de desnutrición, que incluye la desnutrición de proteína y energía y las carencias nutricionales específicas. El estado nutricional puede evaluarse basándose en mediciones antropométricas, que pueden ser equívocas a causa de la ascitis y el edema periférico. Las determinaciones bioquímicas del estado de las vitaminas liposolubles son importantes para evaluar las necesidades de los niños. Basándose en la evaluación del estado nutricional, debe planificarse la terapia nutricional con arreglo a una pauta bien establecida. El principio básico del tratamiento nutricional consiste en corregir el estado nutricional, así como reducir el riesgo de carencias nutricionales. Los niños con colestasis precisan habitualmente un suministro extra de energía que puede obtenerse incrementando la densidad energética de los alimentos o añadiendo lípidos y polímeros de glucosa. Para recuperar el crecimiento, suele tener que incrementarse la ingestión de proteínas. El aporte complementario de vitaminas liposolubles merece atención especial y no es fácil corregir un estado carencial de vitamina E. En algunos niños es necesario administrar la vitamina K por vía parenteral. Desde hace poco tiempo se utiliza con buen efecto terapéutico una vitamina E hidrosoluble (d-α-tocoferil polietilenglicol 1.000 succinato), administrada por vía oral. Dado que la hepatopatía progresa hacia una insuficiencia hepática en numerosas enfermedades colestáticas crónicas, el tratamiento nutricional puede considerarse a menudo como una medida para ‘salir del paso’ a la espera del trasplante hepático para mejorar el pronóstico. En consecuencia, el apoyo nutricional invasivo está justificado en la hepatopatía grave y comprende habitualmente la alimentación nocturna por sonda nasogástrica o incluso la nutrición parenteral.