{"title":"LA RECURRENCIA DE LA METÁFORA: UN MARCO FILOSÓFICO-LINGÜÍSTICO","authors":"Juan Antonio González de Requena Farré","doi":"10.4067/S0718-22012016000200021","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"En el muy particular “Diccionario de las ideas recibidas” recogido en Bouvard y Pécuchet, la entrada “metáforas” plantea de forma irónica: “siempre se utilizan demasiadas” (Flaubert, 339). Efectivamente, las metáforas sobreabundan (y a veces se abusa de ellas) no solo en el texto literario, sino también en el discurso cotidiano e, incluso, en la escritura científica. Esta superabundancia de la metáfora no guarda relación simplemente con la cantidad de metáforas que circulan o con el abuso intencionado de la metáfora en algunos estilos literarios; concierne a las propias condiciones de inscripción de la metáfora y a cierto efecto suplementario del tropo metafórico. Y es que todo intento de registrar exhaustivamente las series de metáforas y de agotar su campo se ve siempre desbordado por una metáfora adicional y que se sustrae a la sistematización: se trata de aquella metáfora presupuesta en la caracterización discursiva de la metáfora, o sea, la metáfora de la metáfora (Derrida, 259). No en vano, la definición de la metáfora nunca consigue eludir la paradoja de que solo se puede hablar de la metáfora metafóricamente; para enunciar en qué consiste la metáfora, se ha de introducir recurrentemente algún préstamo metafórico. De ahí el carácter recursivo de toda caracterización de la metáfora, que desborda cualquier pretensión de codificación exhaustiva (Ricoeur, 29). En fin, tal vez la metáfora solo puede inscribirse en plural, como esa proliferación de tropos suplementarios que desplazan y desvían recurrentemente los sentidos del discurso mediante una deriva textual inagotable (Derrida, 307).","PeriodicalId":354709,"journal":{"name":"Alpha (osorno)","volume":"15 1","pages":"0"},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2016-12-01","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"Alpha (osorno)","FirstCategoryId":"1085","ListUrlMain":"https://doi.org/10.4067/S0718-22012016000200021","RegionNum":0,"RegionCategory":null,"ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"","JCRName":"","Score":null,"Total":0}
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Abstract
En el muy particular “Diccionario de las ideas recibidas” recogido en Bouvard y Pécuchet, la entrada “metáforas” plantea de forma irónica: “siempre se utilizan demasiadas” (Flaubert, 339). Efectivamente, las metáforas sobreabundan (y a veces se abusa de ellas) no solo en el texto literario, sino también en el discurso cotidiano e, incluso, en la escritura científica. Esta superabundancia de la metáfora no guarda relación simplemente con la cantidad de metáforas que circulan o con el abuso intencionado de la metáfora en algunos estilos literarios; concierne a las propias condiciones de inscripción de la metáfora y a cierto efecto suplementario del tropo metafórico. Y es que todo intento de registrar exhaustivamente las series de metáforas y de agotar su campo se ve siempre desbordado por una metáfora adicional y que se sustrae a la sistematización: se trata de aquella metáfora presupuesta en la caracterización discursiva de la metáfora, o sea, la metáfora de la metáfora (Derrida, 259). No en vano, la definición de la metáfora nunca consigue eludir la paradoja de que solo se puede hablar de la metáfora metafóricamente; para enunciar en qué consiste la metáfora, se ha de introducir recurrentemente algún préstamo metafórico. De ahí el carácter recursivo de toda caracterización de la metáfora, que desborda cualquier pretensión de codificación exhaustiva (Ricoeur, 29). En fin, tal vez la metáfora solo puede inscribirse en plural, como esa proliferación de tropos suplementarios que desplazan y desvían recurrentemente los sentidos del discurso mediante una deriva textual inagotable (Derrida, 307).