{"title":"Del Sentir y Pensar al Comprender y Edificar","authors":"Julio César Arboleda","doi":"10.36260/rbr.v13i4.2120","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"Hay evidencias científicas de que la compasión se puede entrenar a través de la meditación. El cerebro es un órgano maleable. Y si vamos a un gimnasio para entrenar nuestro cuerpo, ¿por qué no habríamos de entrenar también nuestro espíritu? \nBregman , Rutger. \n \nTodos estamos dentro del pluriverso, entendido como mundo de mundos, una serie de entramados siempre cambiantes de humanos y no humanos, los cuales resultan del movimiento incesante de las fuerzas y los procesos vitales de la Tierra. (…) Ningún ser viviente existe de modo independiente en la tierra. (…) El punto es que uno de estos mundos se ha atribuido el derecho de ser “el mundo” e intenta eliminar o reducir a sus términos la riqueza de los diferentes mundos que componen la vida socionatural. \nArturo Escobar \n \nSentipensar, expresión popular, ancestral, pone de manifiesto nuestro vínculo entrañable con la naturaleza, una forma de apreciar y asumir la existencia y la vida como complejo entremezclado de humanos y no humanos; una estética de vida por la cual los humanos crecemos en tanto pensamos con la mente y el corazón, sentipensamos la existencia, la tierra, la vida, lo que nos une y hace parte de esta. La conciencia sentipensante representa una tarea inaplazable por parte de las instituciones sociales, ahí la educación, sobre todo si esta promueve que tal potencial madure como conciencia comprensivo edificante en virtud de la cual las comprensiones se usen con sentido de vida, nos conecten con nuestro ser, permitan que aflore en nosotros “la profunda inclinación del hombre hacia el bien”[1]. Sentipensar es un paso necesario para la comprensión edificante, como lo es la empatía respecto a la compasión: este último sentimiento no solo nos conecta con el otro (humano) o lo otro (no humano), sino que además nos mueve a su acogimiento, a su atención y cuidado. \nFortalecer el matrimonio pensamiento y sentimiento como funciones interconectadas e interdependientes constituye un proceso edificante, sustantivo para potenciar vida, un detonante de presencialidad, es decir de conciencia actuante de vida, que hace posible sentir-se y saber-se habitando el aquí y ahora. Entre más se soslaye el valor y desarrollo individual y relacional de aquellas, de la formación de pensamientos múltiples (lógico, creativo, innovador, de diseño, comprensivo, entre otros), así como la promocion de sentimientos, valores y actitudes que engrandecen la existencia, la educación se descentra de la vida, de su ser, de sus funciones primadas, de su sentido sacro. La función de educar se asume al favorecer el desarrollo de conciencia plena, cognitiva, comprensiva, meditativa, contemplativa, corporal y demás, y de procesos que articulen equipajes racionales y no racionales, cognitivos y afectivos. \nDe ahí la importancia del desarrollo y conexión entre pensamiento y sentimiento, de vivir el acontencimiento de sentir pensando y pensar sintiendo. Pues hay situaciones de la vida en las que pensar no es suficiente, y en las que tampoco podemos entregarnos al impulso de los sentimientos y las emociones; eventos en los cuales debe operar el sentipensar. Asi mismo, hay otros en los cuales es más enriquecedor solo contemplar, meditar y observar. \nEn todo caso, abandonarnos al pensamiento ensimismado tendrá consecuencias como coexistentes, tanto como el predominio de las emociones y los sentimientos. Conducirse a sí mismo pasa por la disposición y capacidad para conectar pensamiento y sentimiento, y por ganar experiencia en el control o permisión de estas funciones psíquicas. Una actitud tal amplía las comprensiones y permite evolucionar desde las comprensiones más simples como la cognición a las más complejas como la crítica, intersubjetiva y edificante, y desde la soberanía o dominio de sí y para sí, a la soberanía vinculante, ótrica, empática y compasiva con el otro y lo otro, con la vida integrada. \nSegún lo hemos expresado en otros espacios, el pensamiento representa un potencial mental por el cual elaboramos representaciones, operaciones y estrategias para proceder de mejor modo en las actividades y situaciones que plantea la existencia y la vida. Es preciso desarrollar pensamiento plural: creativo, lateral, lógico, investigativo, lingüístico, matemático, entre otros. Igualmente la inteligencia, potencial que, según el impulso que hagamos del mismo, nos permite asumir un evento con mayor rapidez, habilidad y precisión; es deseable, del mismo modo, desarrollar inteligencias múltiples. En este tópico, alguien puede ser muy inteligente pero poseer bajo potencial de pensamiento, y recíprocamente. \n \nTrenzadas, tales funciones mentales constituyen un complejo poderoso para la vida personal, social y planetaria; por ejemplo, las matemáticas pueden ser más útiles o poderosas cuando se desarrolla inteligencia matemática con pensamiento plural, no sólo lógico. Así mismo, cuando el pensamiento constituye el motor de la inteligencia lingüística o de otra naturaleza. En cuanlquier caso la sentipensancia es siempre riqueza, al menos personal, aún si un proceso asumido en la cotidianidad nos resulta insuficiente o abortivo; ahí no debe poder haber derrota ni fracaso ni frustración, pues la experiencia sentipensante, que incluye vivir de ese modo el paso a paso, es ya una manifestación de presencialidad. \n \nPor su parte, el sentimiento representa un estado (de tristeza, alegría, dolor, angustia y demás) o afectación que se puede producir al experimentar una emoción. Como se sabe, las emociones son reacciones físicas o psíquicas frente a un estímulo que nos puede marcar, por ejemplo vivir sentimientos de tristeza o derrota por una pérdida: estos se pueden morigerar en parte por intervención del pensamiento y la inteligencia. Sentir o percibir algo por los sentidos constituye una experiencia elevada si se procesa cognitivamente, mejor usando el pensamiento, en particular un pensamiento comprensivo; igual si se desarrolla la sensibilidad social, acompañando el sentimiento de pensamiento, comprensión y acción para enfrentar el dolor que nos causa la agresión a la vida, la exclusión, el egoísmo, el maltrato, las desigualdades e injusticias. Interrelacionar funciones psíquicas racionales y no racionales se podría traducir en mejores oportunidades para vivir y cultivar vida. \nLa consciencia y actitud sentipensante son potenciales evolutivos, que nos mueven a tejer vida. Sin estos seguimos a merced de la exclusión multidimensional, es decir del dominio del ego, y hacemos de las dotaciones afectivas, actitudinales e intelectuales (ahí la comprensión, la innovación, la creatividad, entre otros), un tributo más para intereses particulares que comunes o de la vida entrelazada. Tales fuerzas despertarían al lobo bueno que los seres humanos podríamos llevar por dentro, lo mejor en lugar de lo peor o destejedor de vida de cada uno. Pueden traducirse en sensibilidad social y planetaria: una intelectualidad sentiente no parece forjarse por fuera del matrimonio sentipensante, por fuera del uso interrelacionado de pensamiento -- entre otros, analítico, crítico, de diseño y creativo --, y disposiciones y sentimientos. No es igual la innovación sentipensante que aquella sustentada en el pensamiento o en el mero deseo de innovar; la innovación para el consumo riñe con la innovación para la vida, pues esta última precisa de sensibilidad planetaria, de sentipensamiento, de presencialidad, de fortalezas donde el pensamiento involucra el sentimiento y la emoción, y recíprocamente. \nEl sentipensar potencia procesos relevantes en la existencia como la conciencia comprensiva, en particular las comprensiones cognitiva, intersubjetiva, crítica y edificante. El fenómeno comprensivo precisa de procesos intelectuales en torno al suceso o asunto que se aborde, tanto como de comprensiones previas y motivación intrínseca, sentir el deseo de conocer y procesar el conocimiento o evento a esclarecer, así como de escenarios para el uso de estas adquisiciones. La fuerza comprensiva, en cualquiera forma o modo de comprensión, está asociada a la sinapsis sentipensante. Podría decirse que el grado de comprensión es directamente proporcional al grado de sentipensancia: la comprensión enactuante de estilos edificantes de vida precisa de un sentipensamiento que provoque actuaciones tejedoras de existencia compartida. Veamos. \nLa comprensión cognitiva, entendida como el plexo de fortalezas racionales y no racionales para esclarecer un enunciado, concepto o fenómeno, supone la intervención de operaciones mentales del tipo razonamiento, análisis, síntesis y demás, y de habilidades de inteligencia para acompañar estas, tanto como otras de orden afectivo, ahí las emociones, los sentimientos y las disposiciones. Sentir, deconstruir y contextualizar, vivir experiencias de apropiación, generación, aplicación y uso, son procesos inherentes a la comprensión. Nadie comprende algo si no lo procesa cognitiva y afectivamente, si no refina luces comprensivas en la experiencia, sino involucra, mejor, conjuga funciones racionales y no racionales como pensar, sentir y actuar. Así, comprender un texto pasa por el uso de operaciones y estrategias cognitivas y discursivas, de coherencia y cohesión que convocan al pensamiento, la inteligencia, la afectividad, la acción o experiencia de uso, aplicación y refinamiento de comprensiones alcanzadas. Porque toda comprensión enactúa, según se manifiesta más adelante. \n \nLa comprensión intersubjetiva es más que un fenómeno intelectual, no es posible sin el pensamiento y el sentimiento o impulso visceral que nos mueve a edificar, a cuidar del otro, del mundo humano. Para cultivar al otro y cultivar vida no basta con pensar y querer hacerlo bien, hay que sentir al otro como parte de la vida, y dejarse llevar por sentimientos edificantes, por el deseo de acoger, de asumir al otro como coexistente decoroso, necesitado de mi; es la ley de la existencia integrada, pues en la evolución todos nos necesitamos, de modo q","PeriodicalId":325465,"journal":{"name":"Revista Boletín Redipe","volume":"156 1","pages":""},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2024-04-01","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"Revista Boletín Redipe","FirstCategoryId":"1085","ListUrlMain":"https://doi.org/10.36260/rbr.v13i4.2120","RegionNum":0,"RegionCategory":null,"ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"","JCRName":"","Score":null,"Total":0}
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Abstract
Hay evidencias científicas de que la compasión se puede entrenar a través de la meditación. El cerebro es un órgano maleable. Y si vamos a un gimnasio para entrenar nuestro cuerpo, ¿por qué no habríamos de entrenar también nuestro espíritu?
Bregman , Rutger.
Todos estamos dentro del pluriverso, entendido como mundo de mundos, una serie de entramados siempre cambiantes de humanos y no humanos, los cuales resultan del movimiento incesante de las fuerzas y los procesos vitales de la Tierra. (…) Ningún ser viviente existe de modo independiente en la tierra. (…) El punto es que uno de estos mundos se ha atribuido el derecho de ser “el mundo” e intenta eliminar o reducir a sus términos la riqueza de los diferentes mundos que componen la vida socionatural.
Arturo Escobar
Sentipensar, expresión popular, ancestral, pone de manifiesto nuestro vínculo entrañable con la naturaleza, una forma de apreciar y asumir la existencia y la vida como complejo entremezclado de humanos y no humanos; una estética de vida por la cual los humanos crecemos en tanto pensamos con la mente y el corazón, sentipensamos la existencia, la tierra, la vida, lo que nos une y hace parte de esta. La conciencia sentipensante representa una tarea inaplazable por parte de las instituciones sociales, ahí la educación, sobre todo si esta promueve que tal potencial madure como conciencia comprensivo edificante en virtud de la cual las comprensiones se usen con sentido de vida, nos conecten con nuestro ser, permitan que aflore en nosotros “la profunda inclinación del hombre hacia el bien”[1]. Sentipensar es un paso necesario para la comprensión edificante, como lo es la empatía respecto a la compasión: este último sentimiento no solo nos conecta con el otro (humano) o lo otro (no humano), sino que además nos mueve a su acogimiento, a su atención y cuidado.
Fortalecer el matrimonio pensamiento y sentimiento como funciones interconectadas e interdependientes constituye un proceso edificante, sustantivo para potenciar vida, un detonante de presencialidad, es decir de conciencia actuante de vida, que hace posible sentir-se y saber-se habitando el aquí y ahora. Entre más se soslaye el valor y desarrollo individual y relacional de aquellas, de la formación de pensamientos múltiples (lógico, creativo, innovador, de diseño, comprensivo, entre otros), así como la promocion de sentimientos, valores y actitudes que engrandecen la existencia, la educación se descentra de la vida, de su ser, de sus funciones primadas, de su sentido sacro. La función de educar se asume al favorecer el desarrollo de conciencia plena, cognitiva, comprensiva, meditativa, contemplativa, corporal y demás, y de procesos que articulen equipajes racionales y no racionales, cognitivos y afectivos.
De ahí la importancia del desarrollo y conexión entre pensamiento y sentimiento, de vivir el acontencimiento de sentir pensando y pensar sintiendo. Pues hay situaciones de la vida en las que pensar no es suficiente, y en las que tampoco podemos entregarnos al impulso de los sentimientos y las emociones; eventos en los cuales debe operar el sentipensar. Asi mismo, hay otros en los cuales es más enriquecedor solo contemplar, meditar y observar.
En todo caso, abandonarnos al pensamiento ensimismado tendrá consecuencias como coexistentes, tanto como el predominio de las emociones y los sentimientos. Conducirse a sí mismo pasa por la disposición y capacidad para conectar pensamiento y sentimiento, y por ganar experiencia en el control o permisión de estas funciones psíquicas. Una actitud tal amplía las comprensiones y permite evolucionar desde las comprensiones más simples como la cognición a las más complejas como la crítica, intersubjetiva y edificante, y desde la soberanía o dominio de sí y para sí, a la soberanía vinculante, ótrica, empática y compasiva con el otro y lo otro, con la vida integrada.
Según lo hemos expresado en otros espacios, el pensamiento representa un potencial mental por el cual elaboramos representaciones, operaciones y estrategias para proceder de mejor modo en las actividades y situaciones que plantea la existencia y la vida. Es preciso desarrollar pensamiento plural: creativo, lateral, lógico, investigativo, lingüístico, matemático, entre otros. Igualmente la inteligencia, potencial que, según el impulso que hagamos del mismo, nos permite asumir un evento con mayor rapidez, habilidad y precisión; es deseable, del mismo modo, desarrollar inteligencias múltiples. En este tópico, alguien puede ser muy inteligente pero poseer bajo potencial de pensamiento, y recíprocamente.
Trenzadas, tales funciones mentales constituyen un complejo poderoso para la vida personal, social y planetaria; por ejemplo, las matemáticas pueden ser más útiles o poderosas cuando se desarrolla inteligencia matemática con pensamiento plural, no sólo lógico. Así mismo, cuando el pensamiento constituye el motor de la inteligencia lingüística o de otra naturaleza. En cuanlquier caso la sentipensancia es siempre riqueza, al menos personal, aún si un proceso asumido en la cotidianidad nos resulta insuficiente o abortivo; ahí no debe poder haber derrota ni fracaso ni frustración, pues la experiencia sentipensante, que incluye vivir de ese modo el paso a paso, es ya una manifestación de presencialidad.
Por su parte, el sentimiento representa un estado (de tristeza, alegría, dolor, angustia y demás) o afectación que se puede producir al experimentar una emoción. Como se sabe, las emociones son reacciones físicas o psíquicas frente a un estímulo que nos puede marcar, por ejemplo vivir sentimientos de tristeza o derrota por una pérdida: estos se pueden morigerar en parte por intervención del pensamiento y la inteligencia. Sentir o percibir algo por los sentidos constituye una experiencia elevada si se procesa cognitivamente, mejor usando el pensamiento, en particular un pensamiento comprensivo; igual si se desarrolla la sensibilidad social, acompañando el sentimiento de pensamiento, comprensión y acción para enfrentar el dolor que nos causa la agresión a la vida, la exclusión, el egoísmo, el maltrato, las desigualdades e injusticias. Interrelacionar funciones psíquicas racionales y no racionales se podría traducir en mejores oportunidades para vivir y cultivar vida.
La consciencia y actitud sentipensante son potenciales evolutivos, que nos mueven a tejer vida. Sin estos seguimos a merced de la exclusión multidimensional, es decir del dominio del ego, y hacemos de las dotaciones afectivas, actitudinales e intelectuales (ahí la comprensión, la innovación, la creatividad, entre otros), un tributo más para intereses particulares que comunes o de la vida entrelazada. Tales fuerzas despertarían al lobo bueno que los seres humanos podríamos llevar por dentro, lo mejor en lugar de lo peor o destejedor de vida de cada uno. Pueden traducirse en sensibilidad social y planetaria: una intelectualidad sentiente no parece forjarse por fuera del matrimonio sentipensante, por fuera del uso interrelacionado de pensamiento -- entre otros, analítico, crítico, de diseño y creativo --, y disposiciones y sentimientos. No es igual la innovación sentipensante que aquella sustentada en el pensamiento o en el mero deseo de innovar; la innovación para el consumo riñe con la innovación para la vida, pues esta última precisa de sensibilidad planetaria, de sentipensamiento, de presencialidad, de fortalezas donde el pensamiento involucra el sentimiento y la emoción, y recíprocamente.
El sentipensar potencia procesos relevantes en la existencia como la conciencia comprensiva, en particular las comprensiones cognitiva, intersubjetiva, crítica y edificante. El fenómeno comprensivo precisa de procesos intelectuales en torno al suceso o asunto que se aborde, tanto como de comprensiones previas y motivación intrínseca, sentir el deseo de conocer y procesar el conocimiento o evento a esclarecer, así como de escenarios para el uso de estas adquisiciones. La fuerza comprensiva, en cualquiera forma o modo de comprensión, está asociada a la sinapsis sentipensante. Podría decirse que el grado de comprensión es directamente proporcional al grado de sentipensancia: la comprensión enactuante de estilos edificantes de vida precisa de un sentipensamiento que provoque actuaciones tejedoras de existencia compartida. Veamos.
La comprensión cognitiva, entendida como el plexo de fortalezas racionales y no racionales para esclarecer un enunciado, concepto o fenómeno, supone la intervención de operaciones mentales del tipo razonamiento, análisis, síntesis y demás, y de habilidades de inteligencia para acompañar estas, tanto como otras de orden afectivo, ahí las emociones, los sentimientos y las disposiciones. Sentir, deconstruir y contextualizar, vivir experiencias de apropiación, generación, aplicación y uso, son procesos inherentes a la comprensión. Nadie comprende algo si no lo procesa cognitiva y afectivamente, si no refina luces comprensivas en la experiencia, sino involucra, mejor, conjuga funciones racionales y no racionales como pensar, sentir y actuar. Así, comprender un texto pasa por el uso de operaciones y estrategias cognitivas y discursivas, de coherencia y cohesión que convocan al pensamiento, la inteligencia, la afectividad, la acción o experiencia de uso, aplicación y refinamiento de comprensiones alcanzadas. Porque toda comprensión enactúa, según se manifiesta más adelante.
La comprensión intersubjetiva es más que un fenómeno intelectual, no es posible sin el pensamiento y el sentimiento o impulso visceral que nos mueve a edificar, a cuidar del otro, del mundo humano. Para cultivar al otro y cultivar vida no basta con pensar y querer hacerlo bien, hay que sentir al otro como parte de la vida, y dejarse llevar por sentimientos edificantes, por el deseo de acoger, de asumir al otro como coexistente decoroso, necesitado de mi; es la ley de la existencia integrada, pues en la evolución todos nos necesitamos, de modo q