{"title":"Síntesis de las artes en la Capilla de Ronchamp","authors":"Jaime Alberto Sarmiento Ocampo","doi":"10.17151/kepes.2020.17.22.16","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"¿Son transferibles las artes entre sí?, ¿un mismo objeto podría deambular por diferentes campos como la pintura, la arquitectura y la escultura? El artista-arquitecto Le Corbusier demuestra que estos ámbitos del arte se entremezclan y fusionan en la Capilla de Ronchamp (1950), tal vez su obra más personal. En este texto vamos a sondear cómo a través de los ejercicios alternos de la pintura y la escultura, el maestro francosuizo lograba sintetizar, en una especie de laboratorio de experimentación formal, su arquitectura. Para ello se basaría en la observación de la naturaleza, en experiencias aprendidas en sus viajes —especialmente en su viaje formativo por Oriente (1911)—, en técnicas que compartiría con otros artistas, e incluso en temas mitológicos. La metodología empleada consistió principalmente en comparar buena parte de los escritos referidos hacia el arte y de la producción plástica de Le Corbusier (pintura, escultura y arquitectura), poniéndolos en relación con la Capilla. Al final podremos percatarnos que, en efecto, La Capilla de Ronchamp es el resultado de un largo trasegar por diferentes áreas del rte, en el cual las distintas experiencias plásticas llegan a fundirse en algo que Le Corbusier denominó “La síntesis de las artes”. Este laboratorio formal devendría luego en el descubrimiento de una clase de espacio diferente al hasta ahora reconocido, “el espacio indecible”, un espacio metafísico en el cual la obra de arquitectura y su entorno establecen una estrecha comunicación.","PeriodicalId":53505,"journal":{"name":"Kepes","volume":" ","pages":""},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2020-07-01","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"Kepes","FirstCategoryId":"1085","ListUrlMain":"https://doi.org/10.17151/kepes.2020.17.22.16","RegionNum":0,"RegionCategory":null,"ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"Q1","JCRName":"Arts and Humanities","Score":null,"Total":0}
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Abstract
¿Son transferibles las artes entre sí?, ¿un mismo objeto podría deambular por diferentes campos como la pintura, la arquitectura y la escultura? El artista-arquitecto Le Corbusier demuestra que estos ámbitos del arte se entremezclan y fusionan en la Capilla de Ronchamp (1950), tal vez su obra más personal. En este texto vamos a sondear cómo a través de los ejercicios alternos de la pintura y la escultura, el maestro francosuizo lograba sintetizar, en una especie de laboratorio de experimentación formal, su arquitectura. Para ello se basaría en la observación de la naturaleza, en experiencias aprendidas en sus viajes —especialmente en su viaje formativo por Oriente (1911)—, en técnicas que compartiría con otros artistas, e incluso en temas mitológicos. La metodología empleada consistió principalmente en comparar buena parte de los escritos referidos hacia el arte y de la producción plástica de Le Corbusier (pintura, escultura y arquitectura), poniéndolos en relación con la Capilla. Al final podremos percatarnos que, en efecto, La Capilla de Ronchamp es el resultado de un largo trasegar por diferentes áreas del rte, en el cual las distintas experiencias plásticas llegan a fundirse en algo que Le Corbusier denominó “La síntesis de las artes”. Este laboratorio formal devendría luego en el descubrimiento de una clase de espacio diferente al hasta ahora reconocido, “el espacio indecible”, un espacio metafísico en el cual la obra de arquitectura y su entorno establecen una estrecha comunicación.