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Abstract
La pintura tunecina surge, en tanto que práctica artística, a raíz del contacto con la pintura colonial a inicios del siglo XX, cristalizando posteriormente y de manera independiente en diversas tendencias. La introducción de la pintura de caballete en el panorama cultural tunecino constituye un fenómeno exógeno, paralelo a las artes tradicionales. No obstante, es posible trazar su presencia en el país tiempo antes de la instauración del Protectorado francés, con los viajes y estancias de pintores atraídos por la expansión colonial en el Norte de África. Este arte, sin embargo, no se institucionalizará hasta mayo de 1894, con la fundación del primer Salón Tunecino por parte del Instituto de Cartago, creado ese mismo año. Esta «exposición de Bellas Artes», que debía en principio consolidar la pintura francesa en la colonia a través de la obra de artistas locales y de la metrópolis, marca en realidad el nacimiento de una muestra anual de artes plásticas que se celebraría de manera regular hasta el Salón Tunecino de 1984. El Salón, que se inauguró con una exposición casi exclusivamente de pintura académica de tema mitológico, fue acogiendo progresivamente diversas obras de artistas locales y extranjeros. En esta muestra predominaba la iconografía exótica centrada en paisajes y sitios tradicionales (oasis, medina). El Salón, ante todo, constituiría en sus primeras décadas un espacio donde dar a conocer a los talentos locales. Esta fue la institución que implantaría la pintura de caballete en Túnez al mismo tiempo que fomentaría la creación de galerías de arte y otros centros expositivos, así como la fundación de la Escuela de Bellas Artes de Túnez, espacio académico de formación de artistas por donde pasaron, en los años 40, pioneros de la pintura tunecina como Abdelaziz Gorgi2 y Zoubeir Turki3. La escuela, llamada Centro de Arte desde su creación en 1923, fue trasladada en 1948 del pasaje Ben Ayed en la medina, a su ubicación actual en el barrio de Sidi Abdessalem. Estos diversos espacios de formación y exposición progresivamente dieron lugar al panorama pictórico en Túnez. Alejándose del provincialismo colonial y diferenciándose de la pintura contemporánea mediante un lenguaje personal, los artistas se agruparon por afinidad. La originalidad de su deriva residía en la elección de temas (naturaleza muerta, escenas de la vida cotidiana, barrios antiguos etc.), así como en una representación más depurada en detrimento del naturalismo, inspirada en las técnicas cubistas y abstraccionistas.