{"title":"¿VOX POPULI, VOXDEI? LA URGENCIA DE TEORIZAR LO POLÍTICO Y POLITIZAR LO TEÓRICO EN ARQUEOLOGÍA","authors":"D. Angelo","doi":"10.4067/S0717-73562019005000807","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"En su texto, González-Ruibal, Alonso González y Criado-Boado, nos plantean un provocador desafío de pensar nuevos caminos hacia una arqueología pública. ¿Es posible pensar algún tipo de relevancia de nuestra disciplina en escenarios de crisis política y social como los que atravesamos? ¿cómo enfrentamos, desde la arqueología, estos escenarios? Estas preguntas guiaron por mucho tiempo mi preocupación y compromiso académico y personal (¡y continúan haciéndolo!), y por esto celebro que Chungara haya decidido reproducir la contribución de los colegas españoles y abrir el debate en un contexto y una audiencia latinoamericana. Demás esta decir que me siento honrado y agradecido a Chungara por su gentil invitación a comentar el mismo. La arqueología es una de las disciplinas que, luego de más de un siglo de existencia formal, aún parece buscar definir su ethos dentro de las ciencias (el plural es intencional). La preocupación de la arqueología por legitimarse como una ciencia quizás nunca se había visto tan comprometida como hasta nuestros días cuando, luego de algunas décadas de acaloradas discusiones teóricas, aún debate la naturaleza de su aporte a la sociedad. Luego de repetidas fases de crisis epistemológicas la arqueología aún parece cabalgar entre posturas de legitimidad (recientemente remozadas en un lenguaje optimista y esperanzadas en la promesa de una nueva revolución científico-tecnológica), y posturas críticas, que continuan poniendo en jaque el legado colonial de la disciplina. Las primeras enfatizan recientes logros tecnológicos, desde los avances de la genética en la secuenciación del ADN antiguo hasta las ventajas de inmediatez provistas por diversos equipos portables y aplicaciones digitales, que les permiten enfrentar “los misterios del pasado” (cf. Aranibar et al. 2007; Biehl et al. 2017; Kristiansen 2014; Morales et al. 2018); reviviendo términos como “descubrimiento” y “progreso tecnológico”, algunos trabajos en esta línea reafirman triunfalmente su potencial para conocer un pasado que permanecerá en la incógnita hasta ser revelado. El pasado, así, parece habitar lo desconocido, esperando pasiblemente ser descubierto; volveré a referirme a los descubrimientos al final de este texto. La contribución de los colegas González-Ruibal, Alonso González y Criado-Boado, sin embargo, se posiciona más bien entre aquellas propuestas críticas que buscan mantener la suspicacia que interpela la mirada de la disciplina antes referida (cf. González-Ruibal 2014). El texto de González-Ruibal y colegas debe ser tomado muy en serio, especialmente en consideración de la coyuntura actual en la política global. Originalmente publicado en Antiquity, el texto inicia marcando el año 2016 como el punto álgido de una crisis que pone en cuestionamiento nuestras mismas disciplinas: “De Brasil al Reino Unido, 2016 fue un año crítico en la política mundial” dicen “Las cosas no volverán a ser como eran. El patrimonio, la ética y el modo cómo las arqueólogas se relacionan con el público, fueron y serán profundamente afectados” (González-Ruibal et al. 2019). Nadie podrá argumentar lo contrario luego de que, en septiembre de 2018, uno de los museos más importantes de Latino América fuera casi completamente reducido a las cenizas por un incendio de magnitud. Leyendo sobre el tema del museo de Río y conversando con personas que en algún momento formaron parte del staff del mismo, la sensación -aquí, el término ‘sensación’ es eufemísticoes que la causa de este desastre fue la escasa atención y exiguos recursos brindados por el Estado brasileño a esta importante institución y repositorio patrimonial (Escobar 2018). Ciertamente, el 2016 fue crucial respecto del giro conservador que la política global va desarrollando y el proceso apenas parece empezar a ganar momentum. Por eso, lejos de ser un evento aislado y no relacionado con el tema aquí en cuestión, el caso del incendio del museo de Rio y otros que apenan empiezan a ser atendidos por la arqueología (De Leon 2012; Gnecco 2017; Hamilakis 2016) necesitan ser interpretados en el contexto de recientes cambios estructurales que afectan las políticas de países latinoamericanos (aunque no exclusivamente a estos; cf. Gardner 2017; Hamilakis 2015; Hutchings 2016). En el texto que me toca comentar, los autores se enfocan en una de las problemáticas más amplia y diversamente tratadas desde hace varias décadas: ¿cómo identificamos a nuestros interlocutores?,","PeriodicalId":46548,"journal":{"name":"Chungara-Revista De Antropologia Chilena","volume":"16 1","pages":"145-149"},"PeriodicalIF":0.7000,"publicationDate":"2019-03-01","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"1","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"Chungara-Revista De Antropologia Chilena","FirstCategoryId":"90","ListUrlMain":"https://doi.org/10.4067/S0717-73562019005000807","RegionNum":4,"RegionCategory":"社会学","ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"Q3","JCRName":"ANTHROPOLOGY","Score":null,"Total":0}
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Abstract
En su texto, González-Ruibal, Alonso González y Criado-Boado, nos plantean un provocador desafío de pensar nuevos caminos hacia una arqueología pública. ¿Es posible pensar algún tipo de relevancia de nuestra disciplina en escenarios de crisis política y social como los que atravesamos? ¿cómo enfrentamos, desde la arqueología, estos escenarios? Estas preguntas guiaron por mucho tiempo mi preocupación y compromiso académico y personal (¡y continúan haciéndolo!), y por esto celebro que Chungara haya decidido reproducir la contribución de los colegas españoles y abrir el debate en un contexto y una audiencia latinoamericana. Demás esta decir que me siento honrado y agradecido a Chungara por su gentil invitación a comentar el mismo. La arqueología es una de las disciplinas que, luego de más de un siglo de existencia formal, aún parece buscar definir su ethos dentro de las ciencias (el plural es intencional). La preocupación de la arqueología por legitimarse como una ciencia quizás nunca se había visto tan comprometida como hasta nuestros días cuando, luego de algunas décadas de acaloradas discusiones teóricas, aún debate la naturaleza de su aporte a la sociedad. Luego de repetidas fases de crisis epistemológicas la arqueología aún parece cabalgar entre posturas de legitimidad (recientemente remozadas en un lenguaje optimista y esperanzadas en la promesa de una nueva revolución científico-tecnológica), y posturas críticas, que continuan poniendo en jaque el legado colonial de la disciplina. Las primeras enfatizan recientes logros tecnológicos, desde los avances de la genética en la secuenciación del ADN antiguo hasta las ventajas de inmediatez provistas por diversos equipos portables y aplicaciones digitales, que les permiten enfrentar “los misterios del pasado” (cf. Aranibar et al. 2007; Biehl et al. 2017; Kristiansen 2014; Morales et al. 2018); reviviendo términos como “descubrimiento” y “progreso tecnológico”, algunos trabajos en esta línea reafirman triunfalmente su potencial para conocer un pasado que permanecerá en la incógnita hasta ser revelado. El pasado, así, parece habitar lo desconocido, esperando pasiblemente ser descubierto; volveré a referirme a los descubrimientos al final de este texto. La contribución de los colegas González-Ruibal, Alonso González y Criado-Boado, sin embargo, se posiciona más bien entre aquellas propuestas críticas que buscan mantener la suspicacia que interpela la mirada de la disciplina antes referida (cf. González-Ruibal 2014). El texto de González-Ruibal y colegas debe ser tomado muy en serio, especialmente en consideración de la coyuntura actual en la política global. Originalmente publicado en Antiquity, el texto inicia marcando el año 2016 como el punto álgido de una crisis que pone en cuestionamiento nuestras mismas disciplinas: “De Brasil al Reino Unido, 2016 fue un año crítico en la política mundial” dicen “Las cosas no volverán a ser como eran. El patrimonio, la ética y el modo cómo las arqueólogas se relacionan con el público, fueron y serán profundamente afectados” (González-Ruibal et al. 2019). Nadie podrá argumentar lo contrario luego de que, en septiembre de 2018, uno de los museos más importantes de Latino América fuera casi completamente reducido a las cenizas por un incendio de magnitud. Leyendo sobre el tema del museo de Río y conversando con personas que en algún momento formaron parte del staff del mismo, la sensación -aquí, el término ‘sensación’ es eufemísticoes que la causa de este desastre fue la escasa atención y exiguos recursos brindados por el Estado brasileño a esta importante institución y repositorio patrimonial (Escobar 2018). Ciertamente, el 2016 fue crucial respecto del giro conservador que la política global va desarrollando y el proceso apenas parece empezar a ganar momentum. Por eso, lejos de ser un evento aislado y no relacionado con el tema aquí en cuestión, el caso del incendio del museo de Rio y otros que apenan empiezan a ser atendidos por la arqueología (De Leon 2012; Gnecco 2017; Hamilakis 2016) necesitan ser interpretados en el contexto de recientes cambios estructurales que afectan las políticas de países latinoamericanos (aunque no exclusivamente a estos; cf. Gardner 2017; Hamilakis 2015; Hutchings 2016). En el texto que me toca comentar, los autores se enfocan en una de las problemáticas más amplia y diversamente tratadas desde hace varias décadas: ¿cómo identificamos a nuestros interlocutores?,
期刊介绍:
Chungara Revista de Antropología Chilena (The Journal of Chilean Anthropology, printed ISSN 0716-1182; online ISSN 0717-7356) was founded in 1972 by the Departamento de Antropología of Universidad del Norte and has been systematically published since then. Currently, it is printed in two issues per volume annually by the Departamento de Antropología, Universidad de Tarapacá, Arica Chile. It publishes original articles in the different fields of anthropology and other associated sciences that includes cultural or social anthropology, archaeology, bioarchaeology, ethnobotany, ethnohistory, geography, geology, geoarchaeology, history, linguistics, paleoecology, semiotics, zooarchaeology, conservation of cultural materials, and museology.