{"title":"塞尔吉奥·阿迪罗·鲁弗。西班牙calderon de la Barca剧院演出目录(1715 - 2015);塞尔吉奥·阿迪罗·鲁弗。calderon在最近西班牙舞台上的重新定位(1981 - 2018);塞尔吉奥·阿迪罗·鲁弗。从古老到经典。卡尔德隆与戏剧领域的起源(1715 - 1926)","authors":"Rafael Massanet Rodríguez","doi":"10.5325/comeperf.20.1.0235","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"En los últimos tiempos Sergio Adillo ha presentado tres volúmenes que formaron parte, en su origen, de su tesis doctoral, Calderón en los escenarios españoles (1715–2015): canon, construcción nacional, y campo del teatro (2017). Esta investigación supuso un antes y un después en la concepción y análisis de la presencia escénica de las comedias del dramaturgo madrileño a lo largo de trescientos años, pues hasta la fecha no se había propuesto un estudio de esta envergadura. Su contenido ha sido dividido y está siendo publicado en distintos libros que acogen partes fundamentales del mismo.El primero fue Catálogo de representaciones del teatro de Calderón de la Barca en España (1715–2015), publicado en 2017. Adillo se propone «constatar la presencia y/o la ausencia del teatro de Calderón en nuestros escenarios y dar cuenta de los cambios en el repertorio de sus obras representadas durante estos tres siglos con el fin de establecer ciertas tendencias que nos permitan delimitar cortes diacrónicos en la evolución de su lugar en la cartelera española» (p. 14), además de incidir en los factores que han intervenido y la función que ha jugado el dramaturgo en la concepción del teatro español. El libro presenta una macroestructura muy sencilla, dividida de la siguiente forma: una introducción en la que se plantean las bases de la investigación, cinco capítulos que recogen información de las representaciones teatrales y una conclusión final, que precede a una extensa bibliografía. Cada uno de los capítulos, a su vez, se estructura de modo similar: una pequeña introducción, las fichas correspondientes a los espectáculos teatrales, y una breve conclusión que destaca los puntos más significativos del conjunto.La división de los capítulos obedece a criterios cronológicos irregulares, «en torno a varias fechas de valor simbólico» (p. 15). Esta decisión provoca descompensaciones, aunque logra ofrecer una visión interesante de épocas concretas. Por ejemplo, el primer capítulo abarca una extensión de 166 años (1715–1881), frente al tercero, que comprende únicamente doce (1927–1939).Pero, sin duda, su importancia radica en las fichas que recogen las noticias referentes a las representaciones de las comedias de Calderón documentadas a lo largo de la historia. La cantidad de datos presentados es abundante, pues el autor no se limita únicamente a recoger los más relevantes, sino que los acompaña con citas de diversas fuentes y notas que aportan información relevante acerca del contexto en el que se representaron y su recepción entre el público. Las tablas presentan una estructura muy sencilla: título, compañía, funciones, elenco, equipo técnico, y artístico. Sin embargo, hubiera sido más útil, por ejemplo, distinguir en el apartado de «Funciones» entre fechas y lugares, sobre todo en el caso de los espectáculos que se escenificaron en diferentes ocasiones el mismo año. No obstante, si bien son el gran acierto de este Catálogo, a su vez presentan una serie de inconvenientes. El volumen no contiene ningún índice que facilite la búsqueda concreta que el investigador o interesado precise, ya sea de títulos, lugares, o compañías. Pero lo que verdaderamente hubiera beneficiado a este trabajo no es su publicación en un formato físico, sino una base de datos que permitiera realizar búsquedas completas y complejas de la información recopilada, a la manera de las que se han construido en torno a ASODAT. Este formato, a su vez, permitiría una presentación más detallada de los datos recogidos, así como la posibilidad de ofrecer actualizaciones periódicas de la actualidad escénica.El segundo de los volúmenes lleva por título La resignificación de Calderón en la escena española reciente (1981–2018), publicado en 2019 por la Academia de las Artes Escénicas de España y galardonado con el IV Premio de investigación José Monleón. Los objetivos no difieren en esencia del trabajo anterior, si bien no cuenta con un detallado listado de las representaciones. Su investigación sienta sus bases en la teoría de la recepción y pretende presentar un estudio de los fenómenos sociales, culturales, económicos, y políticos que influyeron en la fortuna de la representación de las comedias calderonianas.El libro se estructura en torno a tres capítulos cronológicos: 1981–1991, 1992–2000, 2001–2018, y vienen acompañados por una extensa bibliografía. De este modo, se puede observar el desarrollo del teatro de Calderón tras la Transición y la ayuda que brindaron ciertas instituciones públicas al promover iniciativas como la creación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Aspectos económicos y políticos serán los que rijan el devenir de las compañías a la hora de llevar las comedias calderonianas a las tablas, no solo las de gran envergadura y trayectoria, sino también los jóvenes grupos y asociaciones que se mueven en los circuitos alternativos. El autor tiene presente las nuevas formas de hacer teatro y la aplicación de técnicas modernas que revalorizan los montajes, además del auge de entretenimientos externos, como las series históricas de televisión, que propiciaron el interés por la obra calderoniana por parte de productores y público.El último de los volúmenes lleva por título De antiguo a clásico. Calderón y la génesis del campo teatral, publicado en 2021. En esta ocasión, aborda el estudio de la recepción calderoniana desde el año 1715, fecha en la que confluyeron diversos acontecimientos históricos que iniciaron la configuración de la identidad nacional, como el fin de la Guerra de Sucesión o la promulgación de los Decretos de Nueva Planta. Un terreno que sienta las bases para estudiar la presencia de Calderón a lo largo de la historia cultural de España hasta llegar a inicios del siglo XX, un contexto marcado por el desastre del 98. Un viaje de más de doscientos años en los que la fortuna escénica estuvo dictaminada por la política y la economía, que permitían, negaban y condicionaban la representación. Para llevar a cabo su análisis, Adillo postula un «campo teatral», completando el concepto de campo artístico de Bourdieu con el de una red cooperativa de individuos vinculados a un mismo entorno: «la especificidad del campo de la profesión teatral se comprende mejor atendiendo a la cantidad de agentes que implica la producción de un espectáculo y a sus vínculos con otras disciplinas» (p. 6). De este modo, analiza cómo la idea de nación española se construye no solo por los poderes religiosos, políticos, y económicos, sino también por la implicación de personas asociadas a la cultura, especialmente en el teatro.El libro se estructura en torno a seis capítulos, que parecen corresponder con cambios sustanciales en la historia de la literatura que condicionaron a crítica y público a la hora de acercarse a las comedias calderonianas. A su vez, se encuentran divididos en dos grandes bloques, cuyo eje se localiza en el cambio de siglo, pero en esencia presentan un perfecto continuum. El primer capítulo analiza la pervivencia de la obra del dramaturgo a inicios del XVIII, cuando el barroco se encuentra, aparentemente, superado. El segundo enfrenta el repertorio de este autor a las sucesivas reformas literarias ilustradas y neoclásicas, mientras el tercero aborda la cuestión romántica y los efectos que tuvieron cuestiones económicas tales como el teatro subvencionado y la liberación del mercado teatral. El cuarto, a diferencia del resto del volumen, se centra en un único acontecimiento histórico: los fastos del centenario de 1881, en las que la figura de Calderón se confirmó como un símbolo de identidad nacional, aunque ello no se tradujo, necesariamente, en una mayor presencia escénica y tampoco en una estimación equilibrada entre las diferentes clases sociales. El quinto capítulo retoma un periodo cronológico, el reinado de Alfonso XII y la regencia de María Cristina, en el que la asistencia a las representaciones se convirtió en un acto ritualístico, una muestra de poder por parte de la clase alta. Finalmente, concluye con un análisis del lugar que ocupa Calderón a principios de siglo XX, en un contexto histórico fuertemente marcado por el desastre del 98 y las nefastas consecuencias que tuvo para el arte español. Al igual que en ocasiones anteriores, una completa bibliografía acompaña todo el trabajo.Como podemos observar, estos tres libros conforman un cuidado estudio en torno a la figura de Calderón y su recepción en la escena española. Adillo ofrece una gran cantidad de información, presentada de forma estructurada y sencilla, que facilita al lector la comprensión de las cuestiones más complejas. La pasión de quien vive el teatro en todas sus formas se impregna en sus palabras y permite que ese sentimiento sea perceptible, sin dejar de presentar una investigación crítica y seria. El texto se acompaña de un cuantioso número de citas, de contemporáneos y estudiosos, que ayudan a reflejar la recepción de las comedias a lo largo de la historia. Ocasionalmente presentan una extensión considerable, pero se trata de testimonios valiosos que apoyan y completan la lectura. La revisión del trabajo para su publicación también ha permitido al autor la ampliación con una mayor cantidad de datos y una actualización a tiempos recientes.Si bien a nivel individual las monografías reseñadas destacan favorablemente, su conjunto presenta una serie de descuidos que merecen ser expuestos. En primer lugar, la inevitable sensación de que se trata de un trabajo mayor sometido a un proceso de despiezado. Sin duda, el problema radica en los requisitos impositivos del actual panorama académico, que obliga a los investigadores a mutilar sus obras para que sus partes por separado sumen más que el conjunto. Estos trabajos aducen de ello, pues podemos encontrar algunos rastros en sus páginas. Por ejemplo, en el primero de sus libros, Adillo escribe: «Como en el capítulo anterior, aquí la división en epígrafes también responderá a un criterio mixto, cronológico y temático» (p. 326). No obstante, no existe tal división en ninguno. Por el contrario, sí lo está en otros capítulos (2, 3, 4, y 5), aunque con errores.Por otro lado, es destacable la siguiente afirmación en La resignificación: «para el caso concreto de Calderón de la Barca quizá se siguen echando en falta trabajos que aborden globalmente la recepción del dramaturgo madrileño con una visión amplia pero exhaustiva y profunda y que, más allá del análisis semiótico de determinados montajes o del mero catálogo enumerativo de representaciones, extraigan conclusiones sobre el significado del conjunto de la programación». El autor parece obviar no solo su propia tesis doctoral sino también el propio propósito del volumen.Y ese es, precisamente, uno de los grandes problemas que presenta el conjunto despiezado cuando lo enfrentamos al trabajo fuente: sus partes se vuelven necesarias entre sí, pero, al mismo tiempo, son independientes y redundantes. Para comprender la investigación presentada en las publicaciones posteriores es preciso conocer la panorámica de representaciones que se llevaron a cabo en los periodos referidos. No obstante, la información se halla en otro libro, cuya consulta tampoco es práctica. Así, los datos y las conclusiones presentados en el Catálogo resultan escasos y superfluos en contraposición al estudio elaborado en La resignificación y en De antiguo a clásico, los cuales, a su vez, no cuentan con un listado de las puestas en escena que trabajan. Las repeticiones suceden en otros apartados, como la bibliografía. La gran cantidad de entradas que los tres libros presentan en muchas ocasiones no se encuentran citadas en el texto.Pese a que nos hemos referido hasta el momento al propio contenido, es necesario destacar la publicación de estos trabajos en editoriales diferentes. Este hecho conforma una serie de disparidades que, si bien no afecta al texto que Adillo presenta, sí es preciso tener en cuenta. Por un lado, el acceso, ya que, en el caso de La resignificación es libre y gratuito, gracias al repositorio virtual de la Academia de las Artes Escénicas de España, mientras que no sucede lo mismo con el resto. Por otro, el formato, pues Catálogo y De antiguo a clásico son ediciones físicas, en tanto que La resignificación es digital, lo que permite una interacción más práctica, dinámica, y accesible. Muy posiblemente, si Catálogo se hubiera presentado de este modo, se hubieran subsanado algunas de las carencias de las que adolece.Finalmente, cabe señalar una gran ausencia en este conjunto: un volumen que abarque el periodo comprendido de 1926 a 1981. Gracias al Catálogo podemos observar una panorámica de la presencia en escena de las comedias calderonianas en esas fechas, pero, sin duda, un estudio más minucioso ayudaría a comprender su paso por las tablas y confirmar, o desmentir, ciertas apreciaciones que han quedado fijadas en el ideario colectivo entre Calderón y el franquismo.No obstante, reiteramos el valor de la investigación que Sergio Adillo ha realizado y que se refleja en estos volúmenes, pues no solo presenta un detallado y completo catálogo, sino que lo acompaña con una interpretación diacrónica del paso de las comedias calderonianas por las tablas. El trabajo del autor se mueve en los márgenes teatrales; abandona el escenario para quedarse tras el paño, para convertirse en el cronista de la puesta en escena y de los eventos que la propiciaron. El teatro es, en muchas ocasiones, más que el texto, y los acontecimientos sociales, económicos, culturales, y políticos son los que permiten, u obstaculizan, su fortuna escénica. Su planteamiento crítico le aleja de un análisis puramente filológico, pero, al mismo tiempo, permite analizar el recorrido escénico que llevaron a cabo desde la óptica de la recepción. 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Adillo se propone «constatar la presencia y/o la ausencia del teatro de Calderón en nuestros escenarios y dar cuenta de los cambios en el repertorio de sus obras representadas durante estos tres siglos con el fin de establecer ciertas tendencias que nos permitan delimitar cortes diacrónicos en la evolución de su lugar en la cartelera española» (p. 14), además de incidir en los factores que han intervenido y la función que ha jugado el dramaturgo en la concepción del teatro español. El libro presenta una macroestructura muy sencilla, dividida de la siguiente forma: una introducción en la que se plantean las bases de la investigación, cinco capítulos que recogen información de las representaciones teatrales y una conclusión final, que precede a una extensa bibliografía. 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El segundo enfrenta el repertorio de este autor a las sucesivas reformas literarias ilustradas y neoclásicas, mientras el tercero aborda la cuestión romántica y los efectos que tuvieron cuestiones económicas tales como el teatro subvencionado y la liberación del mercado teatral. El cuarto, a diferencia del resto del volumen, se centra en un único acontecimiento histórico: los fastos del centenario de 1881, en las que la figura de Calderón se confirmó como un símbolo de identidad nacional, aunque ello no se tradujo, necesariamente, en una mayor presencia escénica y tampoco en una estimación equilibrada entre las diferentes clases sociales. El quinto capítulo retoma un periodo cronológico, el reinado de Alfonso XII y la regencia de María Cristina, en el que la asistencia a las representaciones se convirtió en un acto ritualístico, una muestra de poder por parte de la clase alta. Finalmente, concluye con un análisis del lugar que ocupa Calderón a principios de siglo XX, en un contexto histórico fuertemente marcado por el desastre del 98 y las nefastas consecuencias que tuvo para el arte español. Al igual que en ocasiones anteriores, una completa bibliografía acompaña todo el trabajo.Como podemos observar, estos tres libros conforman un cuidado estudio en torno a la figura de Calderón y su recepción en la escena española. Adillo ofrece una gran cantidad de información, presentada de forma estructurada y sencilla, que facilita al lector la comprensión de las cuestiones más complejas. La pasión de quien vive el teatro en todas sus formas se impregna en sus palabras y permite que ese sentimiento sea perceptible, sin dejar de presentar una investigación crítica y seria. El texto se acompaña de un cuantioso número de citas, de contemporáneos y estudiosos, que ayudan a reflejar la recepción de las comedias a lo largo de la historia. Ocasionalmente presentan una extensión considerable, pero se trata de testimonios valiosos que apoyan y completan la lectura. La revisión del trabajo para su publicación también ha permitido al autor la ampliación con una mayor cantidad de datos y una actualización a tiempos recientes.Si bien a nivel individual las monografías reseñadas destacan favorablemente, su conjunto presenta una serie de descuidos que merecen ser expuestos. En primer lugar, la inevitable sensación de que se trata de un trabajo mayor sometido a un proceso de despiezado. Sin duda, el problema radica en los requisitos impositivos del actual panorama académico, que obliga a los investigadores a mutilar sus obras para que sus partes por separado sumen más que el conjunto. Estos trabajos aducen de ello, pues podemos encontrar algunos rastros en sus páginas. Por ejemplo, en el primero de sus libros, Adillo escribe: «Como en el capítulo anterior, aquí la división en epígrafes también responderá a un criterio mixto, cronológico y temático» (p. 326). No obstante, no existe tal división en ninguno. Por el contrario, sí lo está en otros capítulos (2, 3, 4, y 5), aunque con errores.Por otro lado, es destacable la siguiente afirmación en La resignificación: «para el caso concreto de Calderón de la Barca quizá se siguen echando en falta trabajos que aborden globalmente la recepción del dramaturgo madrileño con una visión amplia pero exhaustiva y profunda y que, más allá del análisis semiótico de determinados montajes o del mero catálogo enumerativo de representaciones, extraigan conclusiones sobre el significado del conjunto de la programación». El autor parece obviar no solo su propia tesis doctoral sino también el propio propósito del volumen.Y ese es, precisamente, uno de los grandes problemas que presenta el conjunto despiezado cuando lo enfrentamos al trabajo fuente: sus partes se vuelven necesarias entre sí, pero, al mismo tiempo, son independientes y redundantes. Para comprender la investigación presentada en las publicaciones posteriores es preciso conocer la panorámica de representaciones que se llevaron a cabo en los periodos referidos. No obstante, la información se halla en otro libro, cuya consulta tampoco es práctica. Así, los datos y las conclusiones presentados en el Catálogo resultan escasos y superfluos en contraposición al estudio elaborado en La resignificación y en De antiguo a clásico, los cuales, a su vez, no cuentan con un listado de las puestas en escena que trabajan. Las repeticiones suceden en otros apartados, como la bibliografía. La gran cantidad de entradas que los tres libros presentan en muchas ocasiones no se encuentran citadas en el texto.Pese a que nos hemos referido hasta el momento al propio contenido, es necesario destacar la publicación de estos trabajos en editoriales diferentes. Este hecho conforma una serie de disparidades que, si bien no afecta al texto que Adillo presenta, sí es preciso tener en cuenta. Por un lado, el acceso, ya que, en el caso de La resignificación es libre y gratuito, gracias al repositorio virtual de la Academia de las Artes Escénicas de España, mientras que no sucede lo mismo con el resto. Por otro, el formato, pues Catálogo y De antiguo a clásico son ediciones físicas, en tanto que La resignificación es digital, lo que permite una interacción más práctica, dinámica, y accesible. Muy posiblemente, si Catálogo se hubiera presentado de este modo, se hubieran subsanado algunas de las carencias de las que adolece.Finalmente, cabe señalar una gran ausencia en este conjunto: un volumen que abarque el periodo comprendido de 1926 a 1981. Gracias al Catálogo podemos observar una panorámica de la presencia en escena de las comedias calderonianas en esas fechas, pero, sin duda, un estudio más minucioso ayudaría a comprender su paso por las tablas y confirmar, o desmentir, ciertas apreciaciones que han quedado fijadas en el ideario colectivo entre Calderón y el franquismo.No obstante, reiteramos el valor de la investigación que Sergio Adillo ha realizado y que se refleja en estos volúmenes, pues no solo presenta un detallado y completo catálogo, sino que lo acompaña con una interpretación diacrónica del paso de las comedias calderonianas por las tablas. El trabajo del autor se mueve en los márgenes teatrales; abandona el escenario para quedarse tras el paño, para convertirse en el cronista de la puesta en escena y de los eventos que la propiciaron. El teatro es, en muchas ocasiones, más que el texto, y los acontecimientos sociales, económicos, culturales, y políticos son los que permiten, u obstaculizan, su fortuna escénica. Su planteamiento crítico le aleja de un análisis puramente filológico, pero, al mismo tiempo, permite analizar el recorrido escénico que llevaron a cabo desde la óptica de la recepción. 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En los últimos tiempos Sergio Adillo ha presentado tres volúmenes que formaron parte, en su origen, de su tesis doctoral, Calderón en los escenarios españoles (1715–2015): canon, construcción nacional, y campo del teatro (2017). Esta investigación supuso un antes y un después en la concepción y análisis de la presencia escénica de las comedias del dramaturgo madrileño a lo largo de trescientos años, pues hasta la fecha no se había propuesto un estudio de esta envergadura. Su contenido ha sido dividido y está siendo publicado en distintos libros que acogen partes fundamentales del mismo.El primero fue Catálogo de representaciones del teatro de Calderón de la Barca en España (1715–2015), publicado en 2017. 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Cada uno de los capítulos, a su vez, se estructura de modo similar: una pequeña introducción, las fichas correspondientes a los espectáculos teatrales, y una breve conclusión que destaca los puntos más significativos del conjunto.La división de los capítulos obedece a criterios cronológicos irregulares, «en torno a varias fechas de valor simbólico» (p. 15). Esta decisión provoca descompensaciones, aunque logra ofrecer una visión interesante de épocas concretas. Por ejemplo, el primer capítulo abarca una extensión de 166 años (1715–1881), frente al tercero, que comprende únicamente doce (1927–1939).Pero, sin duda, su importancia radica en las fichas que recogen las noticias referentes a las representaciones de las comedias de Calderón documentadas a lo largo de la historia. La cantidad de datos presentados es abundante, pues el autor no se limita únicamente a recoger los más relevantes, sino que los acompaña con citas de diversas fuentes y notas que aportan información relevante acerca del contexto en el que se representaron y su recepción entre el público. Las tablas presentan una estructura muy sencilla: título, compañía, funciones, elenco, equipo técnico, y artístico. Sin embargo, hubiera sido más útil, por ejemplo, distinguir en el apartado de «Funciones» entre fechas y lugares, sobre todo en el caso de los espectáculos que se escenificaron en diferentes ocasiones el mismo año. No obstante, si bien son el gran acierto de este Catálogo, a su vez presentan una serie de inconvenientes. El volumen no contiene ningún índice que facilite la búsqueda concreta que el investigador o interesado precise, ya sea de títulos, lugares, o compañías. Pero lo que verdaderamente hubiera beneficiado a este trabajo no es su publicación en un formato físico, sino una base de datos que permitiera realizar búsquedas completas y complejas de la información recopilada, a la manera de las que se han construido en torno a ASODAT. Este formato, a su vez, permitiría una presentación más detallada de los datos recogidos, así como la posibilidad de ofrecer actualizaciones periódicas de la actualidad escénica.El segundo de los volúmenes lleva por título La resignificación de Calderón en la escena española reciente (1981–2018), publicado en 2019 por la Academia de las Artes Escénicas de España y galardonado con el IV Premio de investigación José Monleón. Los objetivos no difieren en esencia del trabajo anterior, si bien no cuenta con un detallado listado de las representaciones. Su investigación sienta sus bases en la teoría de la recepción y pretende presentar un estudio de los fenómenos sociales, culturales, económicos, y políticos que influyeron en la fortuna de la representación de las comedias calderonianas.El libro se estructura en torno a tres capítulos cronológicos: 1981–1991, 1992–2000, 2001–2018, y vienen acompañados por una extensa bibliografía. De este modo, se puede observar el desarrollo del teatro de Calderón tras la Transición y la ayuda que brindaron ciertas instituciones públicas al promover iniciativas como la creación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Aspectos económicos y políticos serán los que rijan el devenir de las compañías a la hora de llevar las comedias calderonianas a las tablas, no solo las de gran envergadura y trayectoria, sino también los jóvenes grupos y asociaciones que se mueven en los circuitos alternativos. El autor tiene presente las nuevas formas de hacer teatro y la aplicación de técnicas modernas que revalorizan los montajes, además del auge de entretenimientos externos, como las series históricas de televisión, que propiciaron el interés por la obra calderoniana por parte de productores y público.El último de los volúmenes lleva por título De antiguo a clásico. Calderón y la génesis del campo teatral, publicado en 2021. En esta ocasión, aborda el estudio de la recepción calderoniana desde el año 1715, fecha en la que confluyeron diversos acontecimientos históricos que iniciaron la configuración de la identidad nacional, como el fin de la Guerra de Sucesión o la promulgación de los Decretos de Nueva Planta. Un terreno que sienta las bases para estudiar la presencia de Calderón a lo largo de la historia cultural de España hasta llegar a inicios del siglo XX, un contexto marcado por el desastre del 98. Un viaje de más de doscientos años en los que la fortuna escénica estuvo dictaminada por la política y la economía, que permitían, negaban y condicionaban la representación. Para llevar a cabo su análisis, Adillo postula un «campo teatral», completando el concepto de campo artístico de Bourdieu con el de una red cooperativa de individuos vinculados a un mismo entorno: «la especificidad del campo de la profesión teatral se comprende mejor atendiendo a la cantidad de agentes que implica la producción de un espectáculo y a sus vínculos con otras disciplinas» (p. 6). De este modo, analiza cómo la idea de nación española se construye no solo por los poderes religiosos, políticos, y económicos, sino también por la implicación de personas asociadas a la cultura, especialmente en el teatro.El libro se estructura en torno a seis capítulos, que parecen corresponder con cambios sustanciales en la historia de la literatura que condicionaron a crítica y público a la hora de acercarse a las comedias calderonianas. A su vez, se encuentran divididos en dos grandes bloques, cuyo eje se localiza en el cambio de siglo, pero en esencia presentan un perfecto continuum. El primer capítulo analiza la pervivencia de la obra del dramaturgo a inicios del XVIII, cuando el barroco se encuentra, aparentemente, superado. El segundo enfrenta el repertorio de este autor a las sucesivas reformas literarias ilustradas y neoclásicas, mientras el tercero aborda la cuestión romántica y los efectos que tuvieron cuestiones económicas tales como el teatro subvencionado y la liberación del mercado teatral. El cuarto, a diferencia del resto del volumen, se centra en un único acontecimiento histórico: los fastos del centenario de 1881, en las que la figura de Calderón se confirmó como un símbolo de identidad nacional, aunque ello no se tradujo, necesariamente, en una mayor presencia escénica y tampoco en una estimación equilibrada entre las diferentes clases sociales. El quinto capítulo retoma un periodo cronológico, el reinado de Alfonso XII y la regencia de María Cristina, en el que la asistencia a las representaciones se convirtió en un acto ritualístico, una muestra de poder por parte de la clase alta. Finalmente, concluye con un análisis del lugar que ocupa Calderón a principios de siglo XX, en un contexto histórico fuertemente marcado por el desastre del 98 y las nefastas consecuencias que tuvo para el arte español. Al igual que en ocasiones anteriores, una completa bibliografía acompaña todo el trabajo.Como podemos observar, estos tres libros conforman un cuidado estudio en torno a la figura de Calderón y su recepción en la escena española. Adillo ofrece una gran cantidad de información, presentada de forma estructurada y sencilla, que facilita al lector la comprensión de las cuestiones más complejas. La pasión de quien vive el teatro en todas sus formas se impregna en sus palabras y permite que ese sentimiento sea perceptible, sin dejar de presentar una investigación crítica y seria. El texto se acompaña de un cuantioso número de citas, de contemporáneos y estudiosos, que ayudan a reflejar la recepción de las comedias a lo largo de la historia. Ocasionalmente presentan una extensión considerable, pero se trata de testimonios valiosos que apoyan y completan la lectura. La revisión del trabajo para su publicación también ha permitido al autor la ampliación con una mayor cantidad de datos y una actualización a tiempos recientes.Si bien a nivel individual las monografías reseñadas destacan favorablemente, su conjunto presenta una serie de descuidos que merecen ser expuestos. En primer lugar, la inevitable sensación de que se trata de un trabajo mayor sometido a un proceso de despiezado. Sin duda, el problema radica en los requisitos impositivos del actual panorama académico, que obliga a los investigadores a mutilar sus obras para que sus partes por separado sumen más que el conjunto. Estos trabajos aducen de ello, pues podemos encontrar algunos rastros en sus páginas. Por ejemplo, en el primero de sus libros, Adillo escribe: «Como en el capítulo anterior, aquí la división en epígrafes también responderá a un criterio mixto, cronológico y temático» (p. 326). No obstante, no existe tal división en ninguno. Por el contrario, sí lo está en otros capítulos (2, 3, 4, y 5), aunque con errores.Por otro lado, es destacable la siguiente afirmación en La resignificación: «para el caso concreto de Calderón de la Barca quizá se siguen echando en falta trabajos que aborden globalmente la recepción del dramaturgo madrileño con una visión amplia pero exhaustiva y profunda y que, más allá del análisis semiótico de determinados montajes o del mero catálogo enumerativo de representaciones, extraigan conclusiones sobre el significado del conjunto de la programación». El autor parece obviar no solo su propia tesis doctoral sino también el propio propósito del volumen.Y ese es, precisamente, uno de los grandes problemas que presenta el conjunto despiezado cuando lo enfrentamos al trabajo fuente: sus partes se vuelven necesarias entre sí, pero, al mismo tiempo, son independientes y redundantes. Para comprender la investigación presentada en las publicaciones posteriores es preciso conocer la panorámica de representaciones que se llevaron a cabo en los periodos referidos. No obstante, la información se halla en otro libro, cuya consulta tampoco es práctica. Así, los datos y las conclusiones presentados en el Catálogo resultan escasos y superfluos en contraposición al estudio elaborado en La resignificación y en De antiguo a clásico, los cuales, a su vez, no cuentan con un listado de las puestas en escena que trabajan. Las repeticiones suceden en otros apartados, como la bibliografía. La gran cantidad de entradas que los tres libros presentan en muchas ocasiones no se encuentran citadas en el texto.Pese a que nos hemos referido hasta el momento al propio contenido, es necesario destacar la publicación de estos trabajos en editoriales diferentes. Este hecho conforma una serie de disparidades que, si bien no afecta al texto que Adillo presenta, sí es preciso tener en cuenta. Por un lado, el acceso, ya que, en el caso de La resignificación es libre y gratuito, gracias al repositorio virtual de la Academia de las Artes Escénicas de España, mientras que no sucede lo mismo con el resto. Por otro, el formato, pues Catálogo y De antiguo a clásico son ediciones físicas, en tanto que La resignificación es digital, lo que permite una interacción más práctica, dinámica, y accesible. Muy posiblemente, si Catálogo se hubiera presentado de este modo, se hubieran subsanado algunas de las carencias de las que adolece.Finalmente, cabe señalar una gran ausencia en este conjunto: un volumen que abarque el periodo comprendido de 1926 a 1981. Gracias al Catálogo podemos observar una panorámica de la presencia en escena de las comedias calderonianas en esas fechas, pero, sin duda, un estudio más minucioso ayudaría a comprender su paso por las tablas y confirmar, o desmentir, ciertas apreciaciones que han quedado fijadas en el ideario colectivo entre Calderón y el franquismo.No obstante, reiteramos el valor de la investigación que Sergio Adillo ha realizado y que se refleja en estos volúmenes, pues no solo presenta un detallado y completo catálogo, sino que lo acompaña con una interpretación diacrónica del paso de las comedias calderonianas por las tablas. El trabajo del autor se mueve en los márgenes teatrales; abandona el escenario para quedarse tras el paño, para convertirse en el cronista de la puesta en escena y de los eventos que la propiciaron. El teatro es, en muchas ocasiones, más que el texto, y los acontecimientos sociales, económicos, culturales, y políticos son los que permiten, u obstaculizan, su fortuna escénica. Su planteamiento crítico le aleja de un análisis puramente filológico, pero, al mismo tiempo, permite analizar el recorrido escénico que llevaron a cabo desde la óptica de la recepción. Una mirada al pasado que ayuda a comprender la presencia calderoniana en el panorama teatral actual y plantearnos, tal vez, su futuro.