M. Levy (Maître de conférences des Universités, praticien hospitalier) , J. Naudin (Praticien hospitalier) , M. Caseris (Praticien hospitalier) , J. San Geroteo (Docteur junior) , S. Dauger (Professeur des Universités, praticien hospitalier)
{"title":"脓毒性休克的实际表现","authors":"M. Levy (Maître de conférences des Universités, praticien hospitalier) , J. Naudin (Praticien hospitalier) , M. Caseris (Praticien hospitalier) , J. San Geroteo (Docteur junior) , S. Dauger (Professeur des Universités, praticien hospitalier)","doi":"10.1016/S1245-1789(24)49327-X","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"<div><p>El estado de shock séptico es una urgencia médica absoluta en el que la precocidad del tratamiento es esencial para la mejoría del pronóstico. El diagnóstico es clínico y se basa en la presencia de signos de shock en presencia de una infección documentada o sospechada. La evaluación clínica se realiza de forma sistemática según el proceso ABCDE (vías respiratorias <em>[airways],</em> respiración <em>[breathing]</em>, circulación, discapacidad, exposición/entorno) y se debe repetir con frecuencia, como mínimo después de cada intervención terapéutica. La hipotensión arterial es un signo tardío en niños y su ausencia no descarta en absoluto el diagnóstico. El shock séptico se produce en más de la mitad de los casos en pacientes con enfermedades concurrentes y los focos infecciosos principales son las neumopatías, las infecciones del sistema nervioso central, las infecciones intraabdominales y las bacteriemias. Aunque en cerca de un 50% de los casos no hay documentación microbiológica, es fundamental obtener muestras para hemocultivos. El tratamiento, revisado en 2020 por la Surviving Sepsis Campaign (SSC), se basa en la administración de oxigenoterapia en alta concentración, la colocación de una vía de acceso periférica o intraósea, la administración de una antibioticoterapia de amplio espectro adaptada al contexto, a las circunstancias y a la ecología, y la realización de un llenado vascular de 10-20 ml/kg de cristaloides (equilibrados como primera elección). El llenado vascular debe repetirse hasta los 40-60 ml/kg si persisten los signos de shock y si no aparecen signos de aumento de la precarga. Además, se debe recurrir precozmente a los vasopresores (adrenalina o noradrenalina). Este tratamiento debe realizarse en la hora posterior a la sospecha diagnóstica y el paciente se debe trasladar lo antes posible a una unidad de reanimación pediátrica para un tratamiento guiado por una monitorización multimodal. También hay que medir precozmente la lactacidemia, tomar muestras, controlar una posible puerta de entrada y tratar cualquier hipoglucemia o hipocalcemia.</p></div>","PeriodicalId":72894,"journal":{"name":"EMC. Pediatria","volume":"59 3","pages":"Pages 1-13"},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2024-08-24","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":"{\"title\":\"Conducta práctica ante un estado de shock séptico\",\"authors\":\"M. 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El estado de shock séptico es una urgencia médica absoluta en el que la precocidad del tratamiento es esencial para la mejoría del pronóstico. El diagnóstico es clínico y se basa en la presencia de signos de shock en presencia de una infección documentada o sospechada. La evaluación clínica se realiza de forma sistemática según el proceso ABCDE (vías respiratorias [airways], respiración [breathing], circulación, discapacidad, exposición/entorno) y se debe repetir con frecuencia, como mínimo después de cada intervención terapéutica. La hipotensión arterial es un signo tardío en niños y su ausencia no descarta en absoluto el diagnóstico. El shock séptico se produce en más de la mitad de los casos en pacientes con enfermedades concurrentes y los focos infecciosos principales son las neumopatías, las infecciones del sistema nervioso central, las infecciones intraabdominales y las bacteriemias. Aunque en cerca de un 50% de los casos no hay documentación microbiológica, es fundamental obtener muestras para hemocultivos. El tratamiento, revisado en 2020 por la Surviving Sepsis Campaign (SSC), se basa en la administración de oxigenoterapia en alta concentración, la colocación de una vía de acceso periférica o intraósea, la administración de una antibioticoterapia de amplio espectro adaptada al contexto, a las circunstancias y a la ecología, y la realización de un llenado vascular de 10-20 ml/kg de cristaloides (equilibrados como primera elección). El llenado vascular debe repetirse hasta los 40-60 ml/kg si persisten los signos de shock y si no aparecen signos de aumento de la precarga. Además, se debe recurrir precozmente a los vasopresores (adrenalina o noradrenalina). Este tratamiento debe realizarse en la hora posterior a la sospecha diagnóstica y el paciente se debe trasladar lo antes posible a una unidad de reanimación pediátrica para un tratamiento guiado por una monitorización multimodal. También hay que medir precozmente la lactacidemia, tomar muestras, controlar una posible puerta de entrada y tratar cualquier hipoglucemia o hipocalcemia.