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Abstract
La prensa española informó ampliamente acerca del golpe militar en Chile (1973), con actitudes opuestas. La revista de extrema derecha Fuerza Nueva defendió inmediatamente a los golpistas, prolongando su oposición sin paliativos al gobierno de Salvador Allende que habría impuesto en Chile, desde 1970, una situación similar a la que desarrolló la Segunda República española. Sin embargo, el tema chileno le permitía sobre todo enfocar desde otra perspectiva su retórica inmovilista en torno a la evolución política del régimen franquista. Desarrolló un discurso de legitimación del golpe en clave franquista, multiplicando las correspondencias y símiles entre los dos países para rechazar cualquier aperturismo. Esta retórica se radicalizó a lo largo del primer gobierno de Adolfo Suárez (1976-1977), durante el cual no sólo se mantuvo el golpe chileno como referente del discurso ultra, sino que pasó a encarnar un modelo a seguir. Fuerza Nueva pretendía, de esta forma, impulsar con renovados argumentos la movilización contra el proceso democrático (referéndum, legalización de partidos, elecciones legislativas…) pero también avivar las tentaciones intervencionistas de sectores militares afines.