Salvador Cuadra, Robert W. Hobson, Brajesh K. Lal, Jonathan Goldstein, Elie Chakhtoura, Zafar Jamil
{"title":"支架治疗原发性颈动脉病变与再狭窄的结果","authors":"Salvador Cuadra, Robert W. Hobson, Brajesh K. Lal, Jonathan Goldstein, Elie Chakhtoura, Zafar Jamil","doi":"10.1016/j.acvsp.2008.05.034","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"<div><p>Se supone que el tratamiento mediante la implantación de un <em>stent</em> carotídeo (SC) de las reestenosis ocurridas tras una endarterectomía carotídea (EAC) tiene menos complicaciones que la colocación de un SC en lesiones ateroscleróticas primarias (LAP). Se ha propuesto que los intervencionistas podrían limitar inicialmente el SC para los casos de reestenosis, mientras adquieren experiencia adicional durante la curva de aprendizaje. Sin embargo, existen pocos estudios que comparen de forma objetiva los resultados de ambos grupos de pacientes para sostener esta afirmación. Analizamos los resultados obtenidos de forma prospectiva sobre los SC implantados en nuestro centro desde 1996 hasta abril de 2006. Se compararon las tasas de complicaciones entre la implantación de un SC por reestenosis frente a LAP. Los criterios de valoración específicos que se estudiaron fueron la tasa de ictus y de mortalidad intrahospitalarias y a los 30 días. Se registró además la incidencia de accidentes isquémicos transitorios (AIT). Se registraron las características demográficas de los pacientes (sexo, edad, hipertensión arterial, diabetes mellitus, arteriopatía coronaria, tabaquismo, hipercolesterolemia y presencia de síntomas neurológicos preoperatorios). Un neurólogo examinó a todos los pacientes antes y después de la implantación de un SC. Se excluyó del análisis a los pacientes con un SC implantado previamente con restenosis <em>intrastent</em>, con estenosis en tándem de las arterias carótida común e interna, y con lesiones ostiales del cayado aórtico. Cumplieron los criterios de inclusión de este estudio 217 SC implantados en 210 pacientes. Las indicaciones para la implantación de un SC fueron la reestenosis (n<!--> <!-->=<!--> <!-->118, 54%) y la LAP (n = 99, 46%). Las características demográficas de ambos grupos eran comparables a excepción de la hipercolesterolemia, que fue más frecuente en el grupo de LAP. Las tasas de ictus e ictus y mortalidad a los 30 días de toda la serie fueron del 2,8 y 4,1%, respectivamente. En esta cohorte, las tasas de ictus e ictus más mortalidad a los 30 días no difirieron de forma significativa entre los grupos de pacientes con reestenosis (2,5 y 5,1%) y LAP (3,0 y 3,0%). En el grupo de pacientes con reestenosis, estos resultados también fueron similares cuando se comparó a los pacientes tratados por una recurrencia tardía (> 24 meses tras la EAC, n = 49) con los tratados por una recurrencia precoz (≤ 24 meses tras la EAC, n = 67). La combinación de ictus y AIT fue la única situación en la que se observaron diferencias entre los grupos de pacientes con recurrencia tardía (10,0%) y precoz (1,5%) (p = 0,049). En contra de la opinión general, las tasas de ictus e ictus más mortalidad a los 30 días tras la implantación de un SC no difirieron de forma significativa entre los casos de restenosis y LAP. Se observaron únicamente unas tasas de episodios neurológicos con la implantación de SC en reestenosis precoces menores en comparación con las restenosis tardías tras EAC, cuando los AIT se incluyeron en el análisis como criterio de valoración. Por tanto, la implantación de un SC en los casos de reestenosis no debe considerarse una intervención de bajo riesgo. La habilidad técnica para la implantación de un SC debe ser equivalente, independientemente de la etiología de la estenosis. Estas observaciones también subrayan la necesidad de una selección adecuada y de un seguimiento estrecho de los pacientes tratados con un SC.</p></div>","PeriodicalId":100078,"journal":{"name":"Anales de Cirugía Vascular","volume":"23 3","pages":"Pages 362-367"},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2009-05-01","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"https://sci-hub-pdf.com/10.1016/j.acvsp.2008.05.034","citationCount":"0","resultStr":"{\"title\":\"Resultados del tratamiento con stent de las lesiones primarias de la arteria carótida frente a las reestenosis\",\"authors\":\"Salvador Cuadra, Robert W. Hobson, Brajesh K. 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Los criterios de valoración específicos que se estudiaron fueron la tasa de ictus y de mortalidad intrahospitalarias y a los 30 días. Se registró además la incidencia de accidentes isquémicos transitorios (AIT). Se registraron las características demográficas de los pacientes (sexo, edad, hipertensión arterial, diabetes mellitus, arteriopatía coronaria, tabaquismo, hipercolesterolemia y presencia de síntomas neurológicos preoperatorios). Un neurólogo examinó a todos los pacientes antes y después de la implantación de un SC. Se excluyó del análisis a los pacientes con un SC implantado previamente con restenosis <em>intrastent</em>, con estenosis en tándem de las arterias carótida común e interna, y con lesiones ostiales del cayado aórtico. Cumplieron los criterios de inclusión de este estudio 217 SC implantados en 210 pacientes. Las indicaciones para la implantación de un SC fueron la reestenosis (n<!--> <!-->=<!--> <!-->118, 54%) y la LAP (n = 99, 46%). 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Resultados del tratamiento con stent de las lesiones primarias de la arteria carótida frente a las reestenosis
Se supone que el tratamiento mediante la implantación de un stent carotídeo (SC) de las reestenosis ocurridas tras una endarterectomía carotídea (EAC) tiene menos complicaciones que la colocación de un SC en lesiones ateroscleróticas primarias (LAP). Se ha propuesto que los intervencionistas podrían limitar inicialmente el SC para los casos de reestenosis, mientras adquieren experiencia adicional durante la curva de aprendizaje. Sin embargo, existen pocos estudios que comparen de forma objetiva los resultados de ambos grupos de pacientes para sostener esta afirmación. Analizamos los resultados obtenidos de forma prospectiva sobre los SC implantados en nuestro centro desde 1996 hasta abril de 2006. Se compararon las tasas de complicaciones entre la implantación de un SC por reestenosis frente a LAP. Los criterios de valoración específicos que se estudiaron fueron la tasa de ictus y de mortalidad intrahospitalarias y a los 30 días. Se registró además la incidencia de accidentes isquémicos transitorios (AIT). Se registraron las características demográficas de los pacientes (sexo, edad, hipertensión arterial, diabetes mellitus, arteriopatía coronaria, tabaquismo, hipercolesterolemia y presencia de síntomas neurológicos preoperatorios). Un neurólogo examinó a todos los pacientes antes y después de la implantación de un SC. Se excluyó del análisis a los pacientes con un SC implantado previamente con restenosis intrastent, con estenosis en tándem de las arterias carótida común e interna, y con lesiones ostiales del cayado aórtico. Cumplieron los criterios de inclusión de este estudio 217 SC implantados en 210 pacientes. Las indicaciones para la implantación de un SC fueron la reestenosis (n = 118, 54%) y la LAP (n = 99, 46%). Las características demográficas de ambos grupos eran comparables a excepción de la hipercolesterolemia, que fue más frecuente en el grupo de LAP. Las tasas de ictus e ictus y mortalidad a los 30 días de toda la serie fueron del 2,8 y 4,1%, respectivamente. En esta cohorte, las tasas de ictus e ictus más mortalidad a los 30 días no difirieron de forma significativa entre los grupos de pacientes con reestenosis (2,5 y 5,1%) y LAP (3,0 y 3,0%). En el grupo de pacientes con reestenosis, estos resultados también fueron similares cuando se comparó a los pacientes tratados por una recurrencia tardía (> 24 meses tras la EAC, n = 49) con los tratados por una recurrencia precoz (≤ 24 meses tras la EAC, n = 67). La combinación de ictus y AIT fue la única situación en la que se observaron diferencias entre los grupos de pacientes con recurrencia tardía (10,0%) y precoz (1,5%) (p = 0,049). En contra de la opinión general, las tasas de ictus e ictus más mortalidad a los 30 días tras la implantación de un SC no difirieron de forma significativa entre los casos de restenosis y LAP. Se observaron únicamente unas tasas de episodios neurológicos con la implantación de SC en reestenosis precoces menores en comparación con las restenosis tardías tras EAC, cuando los AIT se incluyeron en el análisis como criterio de valoración. Por tanto, la implantación de un SC en los casos de reestenosis no debe considerarse una intervención de bajo riesgo. La habilidad técnica para la implantación de un SC debe ser equivalente, independientemente de la etiología de la estenosis. Estas observaciones también subrayan la necesidad de una selección adecuada y de un seguimiento estrecho de los pacientes tratados con un SC.