{"title":"Artritis reumatoide del adulto: epidemiología, clínica y diagnóstico","authors":"J. Morel MD-PhD, C. Daien MD-PhD","doi":"10.1016/S1286-935X(23)48010-0","DOIUrl":null,"url":null,"abstract":"<div><p>La artritis reumatoide (AR) es la enfermedad autoinmunitaria con mayor prevalencia. La mayoría de las veces comienza con tumefacción articular, lo que puede resultar difícil de diagnosticar al principio. En presencia de al menos una sinovitis clínica, y tras la exclusión de otros diagnósticos, se puede considerar que un paciente padece AR si presenta erosiones típicas en las radiografías o si, tras la aplicación de los criterios de clasificación del American College of Rheumatology/European League Against Rheumatism (ACR/EULAR) 2010, se obtiene un resultado de al menos 6 sobre 10 puntos. Estos criterios incluyen la lesión articular, la duración de los síntomas, la presencia de títulos de anticuerpos significativos, como los factores reumatoideos y, sobre todo, los anticuerpos antipéptidos citrulinados (ACPA), y la presencia de marcadores de inflamación (velocidad de sedimentación globular o proteína C-reactiva). La artritis reumatoide puede provocar durante su evolución la destrucción de la articulación, lo que a su vez produce una impotencia funcional a veces considerable. El objetivo del tratamiento aceptado por unanimidad consiste ahora en lograr la remisión clínica o, en su defecto, un bajo nivel de actividad, con el fin de prevenir las complicaciones a medio y largo plazo, como la destrucción articular, la discapacidad funcional y las complicaciones sistémicas, en particular cardiovasculares, pulmonares, metabólicas u óseas. Se han desarrollado modelos matemáticos de los principales factores de riesgo de progresión rápida de la AR para identificar a los pacientes con mayor riesgo de desarrollar una forma grave de la enfermedad. La detección y el tratamiento de las comorbilidades asociadas a la AR se reconocen como un problema mayor, como en cualquier enfermedad crónica (diabetes, cardiopatías, insuficiencia respiratoria, etc.). Por lo tanto, es preciso detectarlas al principio de la AR para adaptar mejor los tratamientos destinados a controlar la enfermedad.</p></div>","PeriodicalId":100412,"journal":{"name":"EMC - Aparato Locomotor","volume":"56 3","pages":"Pages 1-15"},"PeriodicalIF":0.0000,"publicationDate":"2023-09-01","publicationTypes":"Journal Article","fieldsOfStudy":null,"isOpenAccess":false,"openAccessPdf":"","citationCount":"0","resultStr":null,"platform":"Semanticscholar","paperid":null,"PeriodicalName":"EMC - Aparato Locomotor","FirstCategoryId":"1085","ListUrlMain":"https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1286935X23480100","RegionNum":0,"RegionCategory":null,"ArticlePicture":[],"TitleCN":null,"AbstractTextCN":null,"PMCID":null,"EPubDate":"","PubModel":"","JCR":"","JCRName":"","Score":null,"Total":0}
引用次数: 0
Abstract
La artritis reumatoide (AR) es la enfermedad autoinmunitaria con mayor prevalencia. La mayoría de las veces comienza con tumefacción articular, lo que puede resultar difícil de diagnosticar al principio. En presencia de al menos una sinovitis clínica, y tras la exclusión de otros diagnósticos, se puede considerar que un paciente padece AR si presenta erosiones típicas en las radiografías o si, tras la aplicación de los criterios de clasificación del American College of Rheumatology/European League Against Rheumatism (ACR/EULAR) 2010, se obtiene un resultado de al menos 6 sobre 10 puntos. Estos criterios incluyen la lesión articular, la duración de los síntomas, la presencia de títulos de anticuerpos significativos, como los factores reumatoideos y, sobre todo, los anticuerpos antipéptidos citrulinados (ACPA), y la presencia de marcadores de inflamación (velocidad de sedimentación globular o proteína C-reactiva). La artritis reumatoide puede provocar durante su evolución la destrucción de la articulación, lo que a su vez produce una impotencia funcional a veces considerable. El objetivo del tratamiento aceptado por unanimidad consiste ahora en lograr la remisión clínica o, en su defecto, un bajo nivel de actividad, con el fin de prevenir las complicaciones a medio y largo plazo, como la destrucción articular, la discapacidad funcional y las complicaciones sistémicas, en particular cardiovasculares, pulmonares, metabólicas u óseas. Se han desarrollado modelos matemáticos de los principales factores de riesgo de progresión rápida de la AR para identificar a los pacientes con mayor riesgo de desarrollar una forma grave de la enfermedad. La detección y el tratamiento de las comorbilidades asociadas a la AR se reconocen como un problema mayor, como en cualquier enfermedad crónica (diabetes, cardiopatías, insuficiencia respiratoria, etc.). Por lo tanto, es preciso detectarlas al principio de la AR para adaptar mejor los tratamientos destinados a controlar la enfermedad.