The COVID-19 pandemic caused by the SARS-CoV-2 virus greatly affected healthcare workers and healthcare systems. It also challenged schools and universities worldwide negatively affecting in-person education. We conducted this study is to assess the evolution of SARs-CoV-2 virulence over the course of the pandemic.
A combined cohort of University students in Spain and HCWs from the two hospitals in Spain, and one healthcare system in the Greater Boston area was followed prospectively from March 8th, 2020, to January 31st, 2022 for diagnosis with COVID-19 by PCR testing and related sequelae. Follow-up time was divided into four periods according to distinct waves of infection during the pandemic. Severity of COVID-19 was measured by case-hospitalization rate. Descriptive statistics and multivariable-adjusted statistics using the Poisson mixed-effects regression model were applied. As a sensitivity analysis, information on SARS-CoV-2 RNA in wastewater and COVID-19 deaths through May 30, 2023 from the Boston area was collected.
For the last two periods of the study (January 1st to December 15th, 2021 and December 16th, 2021 to January 31st, 2022) and relative to the first period (March 8th to May 31st, 2020), the incidence rate ratios (IRRs) of hospitalization were 0.08 (95% CI, 0.03–0.17) and 0.03 (95% CI, 0.01–0.15), respectively. In addition, a relative risk 0.012 CI95% (0.012–0.012) was observed when comparing COVID-19 mortality versus SARS-CoV-2 RNA copies/mL in Boston-area wastewater over the period (16th December 2021 to 30th May 2023) and relative to the first period.
The severity of COVID-19 and immunity of our populations evolved over time, resulting in a decrease in case severity. We found the case-hospitalization rate decreased more than 90% in our cohort despite an increase in incidence.
Estimar la incidencia de diagnóstico de neumonía en pacientes mayores en los servicios de urgencias (SU) españoles, necesidad de hospitalización, eventos adversos y capacidad predictiva de biomarcadores.
Se incluyeron pacientes de ≥ 65 años con neumonía atendidos en 52 SU españoles. Como eventos adversos, se recogió mortalidad intrahospitalaria y a los 30 días y el ingreso en unidad de cuidados intensivos (UCI). Se calcularon las odds ratio (OR) ajustadas con su intervalo de confianza de 95% (IC 95%) de estos eventos y se investigó la capacidad predictiva de cinco biomarcadores de uso habitual en urgencias (leucocitos, hemoglobina, proteína-C reactiva, glucosa, creatinina) mediante área bajo la curva de la característica operativa del receptor (ABC-COR).
Se incluyeron 591 pacientes con neumonía (incidencia anual de 18,4 por 1.000 habitantes). La hospitalización fue del 78%. La mortalidad global a 30 días fue de 14,2% y la intrahospitalaria de 12,9%. La dependencia funcional se asoció a ambos eventos (OR = 4,453, IC 95% = 2,361-8,400; y OR = 3,497, IC 95% = 1,578-7,750, respectivamente), así como la comorbilidad grave (2,344, 1,363-4,030 y 2,463, 1,252-4,846, respectivamente). El ingreso en UCI durante la hospitalización aconteció en 3,5%. La capacidad predictiva de los biomarcadores solo resultó moderada para creatinina para ingreso en UCI (ABC-COR = 0,702, IC 95% = 0,536-0,869) y para leucocitos para evento adverso post-alta (0,669, 0,540-0,798).
La neumonía es un diagnóstico frecuente en los pacientes mayores que consultan en SU. Su situación basal, especialmente dependencia funcional y comorbilidad, es el factor que más se asocia a eventos adversos. Los biomarcadores analizados no tienen buena capacidad individual predictiva de eventos adversos.
Conocer el grado de aplicación de las recomendaciones de cribado de cáncer en personas con VIH (PCVIH) en España.
Se diseñó un cuestionario autoadministrado sobre las estrategias empleadas para la detección precoz de los principales tipos de cáncer en PCVIH. La encuesta se distribuyó electrónicamente entre los médicos vinculados a la cohorte nacional CoRIS.
Se recibieron 106 cuestionarios procedentes de 12 comunidades autónomas, con una tasa global de respuesta entre los que accedieron al cuestionario del 60,2%. La mayoría respondieron que seguían las recomendaciones de las guías de práctica clínica para la detección precoz de los cánceres de hígado (94,3%), cérvix (93,2%) y mama (85,8%). En el cáncer colorrectal y anal la proporción fue del 68,9% y del 63,2%, y en el de próstata y pulmón del 46,2% y del 19,8%, respectivamente. En hospitales con mayor número de camas se observó una tendencia a realizar más cribados y una mayor participación de las unidades de enfermedades infecciosas/VIH en el cribado. Se observaron diferencias significativas en la frecuencia de cribados de cáncer colorrectal y anal entre las comunidades autónomas. Las razones más frecuentes para no realizar cribado fueron la escasez de recursos materiales y/o humanos y la falta de información sobre las recomendaciones en las guías de práctica clínica.
Existen barreras y oportunidades para extender los programas de cribado de cáncer en las PCVIH, especialmente en los cánceres colorrectal, anal y pulmonar. Se necesita asignar recursos para el diagnóstico precoz del cáncer en las PCVIH, pero también difundir las recomendaciones de cribado entre los médicos especialistas.
The use of systemic corticosteroids during Epstein-Barr virus (EBV)-induced infectious mononucleosis is a controversial but widespread practice. We aimed to investigate the frequency of complications in adolescents and adults with infectious mononucleosis in relation to the use of corticosteroids.
We reviewed the clinical records of 396 patients admitted to the hospital with infectious mononucleosis (52.0% male; median age, 19 years; range, 15–87 years), with a focus on both short-term (infectious and non-infectious) and long-term (hematological malignancies) complications in relation to corticosteroid use.
A total of 155 (38.6%) patients received corticosteroids at some point during infectious mononucleosis. Corticosteroid use was significantly (P ≤ 0.002) associated with sore throat, lymphadenopathy, leukocytosis, and with antibiotics use (mainly indicated after suspicion of tonsillar bacterial superinfection). Overall, 139/155 (89.7%) patients who were treated with corticosteroids also received antibiotics either before or during hospitalization, compared with 168/241 (69.7%) patients who did not. The frequency of short-term severe complications, either infectious (peritonsillar–parapharyngeal abscess or bacteremia) or non-infectious (splenic rupture, severe thrombocytopenia, myopericarditis, or lymphocytic meningitis) were similar in patients receiving and not receiving corticosteroids. After a median of 15 years of follow-up, only one Hodgkin's lymphoma was diagnosed, in a patient who was not treated with corticosteroids during infectious mononucleosis.
The use of systemic corticosteroids during EBV-induced infectious mononucleosis is generally safe, at least with concomitant antibiotic therapy. However, this should not encourage the use of corticosteroids in this context, given that their efficacy has yet to be demonstrated.