La endoscopia digestiva se ha desarrollado considerablemente en los últimos 10 años en pediatría gracias a los progresos tecnológicos (miniaturización, resolución, tratamiento de la imagen). El desarrollo técnico del material endoscópico permite una visualización más fina de las lesiones y un análisis cada vez más funcional, e incluso histológico de los tejidos. De forma paralela, han aparecido nuevas tecnologías, como la videocápsula o la enteroscopia con doble balón, que permiten el diagnóstico y el tratamiento de lesiones del intestino delgado desde la edad de 1-2 años. Estas técnicas permiten un análisis histológico de lesiones hasta entonces sólo accesibles a exploraciones radiológicas o quirúrgicas. Las endoscopias digestivas siguen siendo procedimientos invasivos que suelen realizarse bajo anestesia general en el niño. Las técnicas de endoscopia intervencionista se han desarrollado particularmente en los últimos años, aún más que las herramientas diagnósticas, ofreciendo alternativas reales a ciertos procedimientos quirúrgicos. La realización de gastrostomía perendoscópica, el control de las hemorragias digestivas, la polipectomía o la extracción de cuerpos extraños digestivos se han convertido en prácticas corrientes para el endoscopista pediátrico. Otros procedimientos terapéuticos más infrecuentes, como la colangiopancreatografía retrógrada o la dilatación neumática del cardias, se reservan a centros pediátricos especializados y deben realizarse en colaboración con los gastroenterólogos de adultos. El tratamiento de las estenosis refractarias, de las perforaciones digestivas o la miotomía endoscópica del cardias son accesibles en la actualidad a tratamientos endoscópicos.